Educación Física y Ciencia, vol. 24, nº 2, e213, abril-junio 2022. ISSN 2314-2561
Universidad Nacional de La Plata
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación
Departamento de Educación Física

Artículos

Performar como mujer en el kárate Olímpico: un análisis cualitativo del Mundial 2018

Fabiana Cristina Turelli

Universidad Autónoma de Madrid, España
David Kirk

University of Strathclyde, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
Human Movement Studies, The University of Queensland, Australia
Carlos María Tejero-González

Departamento de Educación Física, Deporte y Motricidad Humana, Universidad Autónoma de Madrid, España
Alexandre Fernandez Vaz

Estudos Especializados em Educação, Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil
Cita sugerida: Turelli, F. C., Kirk, D. Tejero-González, C. M y Vaz, A. F. (2022). Performar como mujer en el kárate Olímpico: un análisis cualitativo del Mundial 2018. Educación Física y Ciencia, 24(2), e213. https://doi.org/10.24215/23142561e213

Resumen: Con esta investigación hemos tratado de verificar procesos subjetivos de negociación del lugar de las mujeres en el kárate, entendido como masculino, y elevado a deporte olímpico. Para tanto, realizamos un estudio cualitativo de carácter interpretativo, valiéndonos de las técnicas de recogida de informaciones observación sistematizada no-participante y análisis documental, contrastando los materiales provenientes del campo con la literatura. Nuestra base teórica ha estado apoyada en trabajos etnográficos y antropológicos que tienen en común, también con nosotros, algún grado de inspiración en la teoría crítica del deporte. La observación se ha centrado en el 24th Karate World Championships Madrid 2018. Con los resultados y discusión percibimos preliminarmente, pues se trata del inicio de una investigación mayor, algunos elementos para la reflexión, por ejemplo: sobre la mujer karateca recae una gran exigencia de eficiencia técnica; se espera que ella presente capacidad de enseñar la feminidad hegemónica de forma objetiva, algunas veces incluso atestando orientación heterosexual; se valora en el medio que la mujer corresponda a unos estándares de belleza estipulados por la industria de consumo, incluyendo estereotipos relacionados a la sensualidad. En conclusión, el espacio designado a la mujer en este ambiente masculino parece requerir negociaciones para su aceptación y pertenencia.

Palabras clave: Género, Estereotipo, Deporte de combate, Femenino, Arte Marcial.

Performing as a woman in Olympic karate: a qualitative analysis of the 2018 World Championship

Abstract: With this research we have tried to verify subjective processes of negotiation of the place of women in karate, understood as masculine, and elevated to an Olympic sport. Therefore, we carried out a qualitative study of an interpretive nature, using the techniques of collecting information, non-participant systematized observation and documentary analysis, contrasting the materials from the field with the literature. Our theoretical base has been supported by ethnographic and anthropological works that have in common, also with us, some degree of inspiration in the critical theory of sport. The observation has focused on the 24th Karate World Championships Madrid 2018. With the results and discussion, we preliminarily perceive, since it is the beginning of a major investigation, some elements for reflection, for example: a great demand of technical efficiency falls on the karateka woman; she is expected to present the ability to show hegemonic femininity objectively, sometimes even attesting to heterosexual orientation; it is valued in the environment that women correspond to beauty standards stipulated by the consumer industry, including stereotypes related to sensuality. In conclusion, the space designated for women in this masculine environment seems to require many negotiations for their acceptance and belonging.

Keywords: Gender, Stereotype, Combat sport, Femine, Martial Art.

Performar como mulher no karatê Olímpico: uma análise qualitativa do Mundial 2018

Resumo: Nesta pesquisa, tentamos verificar os processos subjetivos de negociação do lugar das mulheres no karatê entendido como masculino, elevado a esporte olímpico. Realizamos um estudo qualitativo de caráter interpretativo, valendo-nos das técnicas de coleta de informações, observação sistematizada não participante e análise documental, contrastando os materiais provenientes do campo da literatura. Nossa base teórica se apoiou nos trabalhos etnográficos e antropológicos que, em alguma medida, estão inspirados na teoria crítica do esporte. A observação centrou-se no 24th Karate World Championships Madrid 2018. Com base nos resultados e discussões percebemos a princípio, dado que se trata de uma pesquisa maior, alguns elementos para a reflexão, por exemplo: sobre a mulher carateca recai uma exigência maior de eficiência técnica; espera-se que ela apresente capacidade de ensinar a feminilidade hegemônica de forma objetiva, algumas vezes inclusive atestando orientação heterosexual; valoriza-se no meio que a mulher corresponda a certos padrões de beleza estipulados pela indústria de consumo, incluindo estereótipos relacionados à sensualidade. Conclui-se que o espaço designado à mulher neste ambiente masculino parece requerer negociações para sua aceitação e pertencimento.

Palavras-chave: Gênero, Estereótipo, Esporte de Combate, Faminino, Arte Marcial.

1. Introducción

Tradicionalmente arte marcial, el kárate ha pasado por un largo proceso de “deportivización” al verse trasladado del oriente al occidente (Chan, 2000; Krug, 2001; Macedo, 2006). Ha incorporado diversos elementos de la cultura deportiva, entre los cuales tal vez el principal sea el calendario competitivo. Ha logrado, con ello, el status de deporte de combate, integrando el grupo de las MACS, Martial Arts and Combat Sports (Channon & Jennings, 2014). El ápice de desarrollo para cualquier modalidad deportiva es ser incluida en el repertorio olímpico, una vez que eso representa, especialmente, inversión en el deporte en cuestión. Es verdad que la inversión hecha debe generar retorno, lo que significa que la modalidad precisa ser consumida, de cierta forma, por el público. Eso, entonces, requiere que las modalidades olímpicas se hagan básicamente compresibles en sus especificidades por un público más amplio no especializado. Así, es normal que cambios o adecuaciones ocurran en el deporte para que se haga digerible y atractivo, lo que evidentemente también aconteció con el kárate que proviene de una cultura distinta (ver Dolgopol, 2013; y Said, 2008).

Después de muchos años de espera y esfuerzo, el kárate consiguió ser incluido como deporte olímpico en Tokio, su tierra natal, 20201. Entretanto, es facto que el debut se hizo algo complicado, ya que la crisis sanitaria por COVID-19 ocasionó el adiamiento dos Juegos Olímpicos, algo inédito en la historia Olímpica, tanto de los Juegos Modernos como de los Antiguos (Durántez, 2010). De cualquier forma, en 2021 el kárate debuta, y se despide. En 2024 ya no consta en la lista de modalidades que disputarán en Paris. Todo eso insiere el deporte marcial en un contexto conturbado. Entretanto, el presente estudio fue realizado por nosotros antes de este escenario se deflagrar por completo. El último campeonato mundial celebrado antes de los Juegos de Tokio con la participación de los mejores karatecas2 del mundo ocurrió en 20183, en Madrid, España, en una atmosfera pre-olímpica festiva. Nosotros asistimos a la competición con especial interés en la participación de las mujeres en ese deporte y ambiente que es todavía considerado masculino.

Revisando la literatura, podemos encontrar investigaciones que se debruzaron sobre Mundiales de kárate anteriores. Alinaghipour, Zareian y Ardakani (2020), por ejemplo, analizaron el mundial de 2016, mientras Ross (2009), los mundiales de 2004 y 2006. Interesaba a ellos verificar las técnicas más utilizadas por los atletas y que los levaban a puntuar, teniendo el foco especialmente en las luchas de los hombres. Tabben, Miarka, Chamari y Beneke (2018) analizaron luchas durante los campeonatos mundiales de 2012 y 2014 buscando evaluar el “decisive-moment”. En línea semejante, pero no específicamente en campeonatos mundiales, Petri et al. (2016) analizaron el criterio de combate “anticipación” en Alemania; Chaabène et al. (2014a) investigaron respuestas fisiológicas y tiempo de movimiento en luchadores, y Chaabène, Franchini, Miarka, Selmi, Mkaouer y Chamari (2014b) verificaron las mismas respuestas, buscando diferencias entre vencedores y derrotados. Ya Friesen, Lane, Galloway, Stanley, Nevill y Ruiz (2017) analizaron las variaciones en las emociones de un entrenador y atletas, en competiciones y entrenamientos.

Si expandimos el abanico de investigaciones realizadas en kárate, encontramos literatura especialmente relacionada a la historia de la modalidad (Herold Junior, 2017; Lage & Gonçalves Junior, 2007; Lautert, Fontanella, Turelli, & Cardoso, 2005; Lopes Filho & Monteiro, 2015) y a variables cuantitativas de mensuración de performance (Arazi & Izadi, 2017; Chaabène, Hachana, Franchini, Mkaouer, & Chamari, 2012; Güler & Ramazanoglu, 2018; Rossi, Tirapegui, & Castro, 2004; Martinez-de-Quel, Alegre, Castillo-García, & Ayán, 2021). Los trabajos de mensuración cuantitativa se restringen, en su inmensa mayoría, al género masculino y no pasa desapercibida la necesidad de realizar investigaciones con las mujeres (Chaabène, Hachana, Franchini, Mkaouer, & Chamari, 2012). Así, el foco de nuestro estudio está justamente donde se presenta esa laguna del conocimiento científico, aunque nuestro abordaje sea cualitativo.

Los estudios de tipo cualitativo-etnográfico que abordan el tema de la mujer en deportes entendidos como típicamente masculinos, tal como es el caso del kárate, se dedican especialmente al fútbol (Branz, 2008; Garton & Hijós, 2018; Santillán & Gantús, 2010; Stigger & Silveira, 2010), deportes de combate en general (Carlsson, 2017; Channon & Phipps, 2017; Ferretti & Knijnik, 2007; Guérandel & Mennesson, 2007; Lovisolo, Moura, Bento, & Santos, 2010; Maor, 2018; Mennesson, 2000; Mierzwinski, Velija, & Malcolm, 2014; Salvini, 2017; Tjonndal, 2016; 2017; 2019) y aún otras modalidades como levantamiento de pesas y rugby (Rial, 1998; Gonçalves, 2014; Tajrobehkar, 2016; Soares, Mourão, & Monteiro, 2017). Con diferentes abordajes, los estudios hablan, por lo general, de dificultades con las cuales tienen que enfrentarse las mujeres que se proponen adentrar contextos “masculinos” que, algunas veces, pueden presentarse bastante refractarios a su presencia e incluso hostiles. Las conclusiones alcanzadas en estos estudios atienden al criterio de transferibilidad (Colás & Buendía, 1992) al escenario del kárate, aunque también haya algunas investigaciones específicas en el deporte previas al escenario olímpico (Chapman, 2004; Guthrie, 1995; Maclean, 2015; 2016; 2019; Turelli & Vaz, 2006; 2011; Turelli, Tejero-González, Vaz, & Kirk, 2021), siendo Maclean la autora que más se ha dedicado a los estudios de género hasta entonces en el kárate.

Como parte inicial de una etnografía deportiva que se hará más larga4, este artículo corresponde al apartado de observación del evento hasta entonces de mayor importancia en el ambiente karateca, el Campeonato Mundial. Nos restringimos a enfocar este trabajo desde la perspectiva binaria de género considerando primeramente el abordaje del propio campo, normalmente muy tradicional, además de que apenas observábamos las personas, sin cuestionarlas sobre sus identidades o performances de género (Butler, 1990; Lloyd, 1999). Así que nos referiremos apenas a “mujeres” y “hombres” como dos macro grupos, lo que está en conformidad con las categorías en las cuales las y los atletas son encajados para competir. Hemos acompañado como espectadores-investigadores el 24th Karate World ChampionshipsMadrid 20185, que ha ocurrido de 6 a 11 de noviembre, en el centro de la ciudad, en el Wizink Center. Teníamos nuestra mirada dirigida especialmente hacia las mujeres, una vez que nos interesa percibir el lugar ocupado por ellas en este deporte que en alguna medida se rediseña. Es decir, las mujeres integran el kárate, así como otros deportes dichos masculinos hace algún tiempo, sin embargo, suelen ser vistas un poco como intrusas, ya que teóricamente este no sería el lugar donde, de acuerdo a la sociedad patriarcal, ellas encajan perfectamente. Las modalidades dichas femeninas son otras, como ballet y gimnasia rítmica (Gonçalves & Vaz, 2016; Boaventura & Vaz, 2020). Al formar parte del grupo olímpico, entretanto, donde existe cierto compromiso por la igualdad de oportunidades, indagamos si eso afecta de alguna manera al contexto previamente establecido.

Una vez que la mujer históricamente ha emprendido una lucha en defensa de su lugar por derecho, entendemos que es importante estudiar lo que puede significar performar (Butler, 1990) como mujer en el kárate olímpico y si eso implica o no cambios en el ambiente. La cultura marcial, correspondiente a lo tradicionalmente vehiculado en el interior de los espacios de producción de luchadores o guerreros, tiene sus mecanismos de funcionamiento bastante demarcados, mientras la cultura deportiva, con todo lo que conlleva en fenómeno deportivo en sí, tiene también los suyos. Al conjugar las dos cosas, nos parece relevante verificar cómo eso afecta a los involucrados en el proceso, especialmente, en nuestro caso, las implicaciones para las mujeres. Pues, aunque ellas tengan el lugar por derecho, parece hacer falta generar conciencia y cambiar mentalidades basadas en conservadurismos tradicionales ampliamente aceptados, incluso, muchas veces, por las propias mujeres (Gonçalves, 2014; Lovisolo, Moura, Bento, & Santos, 2010), también educadas bajo los cánones de la sociedad patriarcal. Generar estudios que empiecen a rellenar huecos sobre la presencia de la mujer en modalidades pensadas como masculinas puede contribuir para crear condiciones que permitan cambiar o redefinir rumbos. Así, en virtud del expuesto, nuestro objetivo para la presente investigación fue verificar procesos subjetivos de negociación del lugar de las mujeres en el kárate, entendido como masculino, y elevado a deporte olímpico.

2. Método

Como hemos dicho, la observación puntual de este evento integra un proyecto de investigación mayor, que sigue un diseño cualitativo y se inspira en la etnografía como emprendimiento intelectual que busca desarrollar descripciones densas de los contextos culturales investigados6(Geertz, 1992). Como método, la etnografía se ha convertido en una importante perspectiva para los estudios en el deporte. Es una forma de mirar hacia los fenómenos culturales anclada en la tradición antropológica de investigación (Stigger & Silveira, 2010). Objetivamente, éste se trata de un estudio de carácter interpretativo, mediante observación no-participante y análisis documental.

Los participantes que compusieron el estudio fueron los actores sociales (Giménez, 2011) que integraron el contexto del mundial, es decir, atletas, árbitros, organizadores, coachs, staff, especialmente, sin hacer hincapié en el público. Teníamos la mirada más dirigida hacia las mujeres karatecas, pero sus relaciones con todas las personas han sido fuente de elementos relevantes para los apuntes. Teniendo esto en cuenta, es posible decir que hicimos observaciones parcialmente sistematizadas, o sea, teníamos puntos generales de observación esbozados según la literatura (Anguera & Hernández-Mendo, 2013), pero estábamos evidentemente abiertos a lo que pudiera suceder y tener relevancia para el estudio.

Hechas las observaciones de los seis días de competiciones, organizamos la codificación y categorización del volumen de datos en base a las categorías de orden etics, es decir, esbozadas por nosotros antes de la inmersión en el campo de investigación oficialmente, y sumamos las categorías emics, emergidas del propio campo (Rodríguez Navarro & García Monge, 2009). Han totalizado inicialmente seis categorías, que después de revisar y reagrupar el material se han convertido en tres: lucha por espacio: negociaciones; feminidad, belleza y sensualidad; fuerza, poder y conservadurismo. Aquí presentamos una síntesis de los apuntes que alocamos en cada categoría.

Las observaciones contaron con registro en cuaderno de campo, además de algunas filmaciones de la ejecución de katas7 y fotografías especialmente de la estructura. La técnica análisis documental ha contado con informaciones obtenidas a partir de fuentes primarias, como Federaciones que vehiculan datos e imágenes de sus atletas on-line, site del Mundial 2018, de la World Karate Federation, y secundarias, sites de divulgación deportiva. El análisis se ha hecho siguiendo pasos, por medio primero de análisis formal o externo y entonces, análisis de contenido o análisis interno. El análisis documental fue cuadrado según las mismas categorías adoptadas para los materiales provenientes de las observaciones. Todas las observaciones y análisis documentales han sido realizadas por la misma persona, la primera autora de este artículo, para entonces ser discutidas y confrontadas por cuestiones de un supervisor académico, el último autor del presente escrito, que ayudó a estructurar e reagrupar el material, además de componer el proceso de triangulación de informaciones y a la vez de expertos.

El análisis de las informaciones ha comenzado en el propio diario de campo como herramienta que debe contener y permitir desarrollar las reflexiones que advengan del trabajo. El diario de campo se configura también como un instrumento que requiere utilización algo sistematizada. Inicialmente hemos recogido los apuntes como notas de campo en cuaderno de campo. A continuación, hemos organizado y añadido reflexiones sobre lo visto. Eso ha generado los materiales “trabajados”, que resultan en el diario de campo. Por fin, pasados pocos días de la recogida, otra vez nos hemos vuelto sobre los datos y buscado analizarlos con más profundidad, produciendo el diario de investigación (Barbier, 2004).

A continuación, pasamos a presentar los resultados obtenidos en las correspondientes categorías de análisis finales sumados de la discusión.

3. Resultados y discusión

3.1 Lucha por espacio: negociaciones

Aunque las mujeres objetivamente posean sus categorías de competición en el kárate, no es exageración decir que subjetivamente ellas están todavía logrando espacio en este medio, lo que lo hacen por medio de algunas negociaciones. El kárate se configura como un contexto donde las tradiciones son muy fuertes (Williams, 1977), aunque haya sufrido el proceso de deportivización. Si pensamos en términos únicamente deportivos, el propio campo deportivo suele ser considerado masculino, llegando a configurarse como un espacio de preservación masculina o “male preserve” (Theberge, 1985; Matthews, 2016). Así, sumada la tradición típica del arte marcial con el espacio deportivo de cierta celebración de la masculinidad, no es raro que el kárate preséntese como un ambiente que cultiva la masculinidad hegemónica (Connell & Messerschmidt, 2005) e incluso algunas veces, una híper masculinidad (Chapman, 2004; Turelli & Vaz, 2006), como a menudo ocurre en el boxeo (Carlsson, 2017). Con ello, la mujer necesita perseverar para lograr su sitio en este contexto, algo que Ferretti y Knijnik (2007) han concluido a partir de entrevistas hechas con mujeres atletas. Ellos dicen que habilidad deportiva y persistencia son necesarias para aceptación en los ambientes considerados masculinos. Exponemos extractos de las observaciones del Mundial que pueden relacionarse con eso:

Identificamos un atleta que muchas veces se ha consagrado campeón –como Douglas Brose, brasileño, categoría -60kg–, de quien su esposa es su coach exclusiva. Y una de las pocas. (Diario de campo, 07/11/2018)

Han anunciado 80 karatecas para la disputa de kata femenino. Entraron en cola intercalada por cinturones azules y rojos8. Se distribuyeron en los cinco kotos9 (16 en el koto cinco, 13 en otros dos y 12 en otros dos también, pero han entrado más, después como retrasadas. Pero parecía que no llegaba a 80). Cada país con su coach. Al que todo indica, uno mismo para kata, sea masculino o femenino. Pero puede ser diferente, ya que hay más entrenadoras ahora que en la vez de los hombres [antes fue kata masculino]. Con las mujeres compitiendo posiblemente haya una proporción de 5-8% de entrenadoras. También está la presencia de algunas juezas, aunque la mayoría masiva de árbitros son hombres. Proporcionalmente quizá unos 5%, visualmente hablando. En trabajos de mesa posiblemente lo mismo. En apoyo, staff, tal vez unos 15-20% de mujeres. (Diario de campo, 06/11/2018.)

La entrenadora de Douglas Brose fue una atleta de kárate muy respetada en este contexto en Brasil. Su habilidad, y quizá también el lugar de esposa del competidor, la autorizan a ocupar este sitio que es tan raro de ver una mujer: coach de un hombre, que se consagra con cierta frecuencia vencedor, en kumite10. Aunque sean pocas las mujeres coach, las que hay, por lo general están en kata femenino, puesto que hay en el ambiente karateca el entendimiento, algo velado, de que el lugar de la mujer que quiere hacer kárate es en kata. La pelea “de verdad” parece ser algo de dominio masculino. Además, el desempeño de Douglas Brose viene a denegar lo que se suele afirmar, de que las mujeres no son capaces de desempeñar bien papeles directivos. Esta visión es presentada, además de en el cotidiano marcial o en entornos machistas generales, en la publicación de Fasting y Pfister (2000). Ellas exponen como, en cuatro países diferentes, las mujeres están por debajo en las posiciones de destaque y poder en el contexto deportivo. Como el estudio de ellas ya tiene más de dos décadas, es relevante mencionar el de Melo y Rubio (2017), donde los resultados siguen afirmando lo mismo.

La menor presencia femenina en posiciones algo destacadas también se evidencia en el Mundial, como se ve en la segunda citación. De hecho, la participación de atletas mujeres no es tan dispar en relación a la de atletas hombres, aunque sigue habiendo diferencias en el número de personas que componen el kumite por equipos. El equipo masculino consta de cinco atletas y dos reservas, mientras que el femenino, de tres titulares y una reserva11. Entonces, para quien asiste a una competición como esta, a la primera mirada se puede considerar sin discernir la presencia de igualdad, valorando grandemente que sean tantas las mujeres. En un Mundial, cada país va a enviar su representante por categoría de peso y kata para competir, lo que se puede verificar en las estadísticas presentadas en http://karate2018.com, donde hay una cantidad de mujeres que participan equiparable a la cantidad de hombres. Entretanto, es necesario tener en cuenta que en la realidad cotidiana de los dojos12 el número de mujeres practicantes es siempre menor. El número de niñas y chicas es normalmente menor también. Además de que hace falta tener en cuenta los índices altos de abandono de los entrenamientos por las chicas y mujeres. Lovisolo, Moura, Bento y Santos (2010) hablan, en este sentido, de la dificultad de permanencia de mujeres en deportes entendidos como masculinos de confrontamiento y agresividad, especialmente fútbol y luchas.

Así, a la vez que reconocemos que las mujeres están cada vez más adentrando ambientes entendidos como masculinos, como también lo demuestra la literatura (Bernstein, 2002; Burstyn, 1999; Follo, 2012; Hills & Croston, 2012), y sabemos que esto es extremadamente positivo, no podemos dejar de ver que estamos todavía muy lejos de una igualdad de hecho. Eso se hace aún más evidente cuando se sale del ámbito de los atletas. Pfister (2003) lo señala especialmente en las posiciones directivas y, en el contexto del Mundial, lo mismo se nota, al ser tan menor el porcentaje visual de mujeres como coaches y árbitras, aunque sea en mesa, lo que tiende a ser más aceptado como sitio femenino por la sociedad patriarcal. Es relevante también observar que haya más coaches mujeres para kata realizado por mujeres. Se puede interpretar de eso que, donde supuestamente es el lugar de las mujeres, presentándose en katas, no molesta que ahí también estén otras mujeres dirigiendo. Aunque porque, muchas veces, hombres que pueden tener una visión bastante conservadora, en el sentido de perpetuación de la tradición patriarcal que es conveniente (Williams, 1977), prefieren no trabajar como entrenadores de chicas y mujeres. Y es aún notable el lugar de trabajador/a de staff. La proporción de mujeres sigue siendo menor, pero es mayor que en otras funciones, lo que llama la atención. Quizá eso se pueda relacionar con la visión históricamente vinculada al papel de la mujer en la sociedad patriarcal. Es decir, encajarían con ella las funciones de cierto cuidado, acompañamiento, el arreglar de las cosas, la que organiza y sirve a los demás (Roth & Basow, 2004).

Para contrastar con ello y evitar sesgos en el trabajo, traemos una cita en dirección opuesta, donde la mujer es la protagonista:

La final de kata ha ganado Sandra Sánchez por 3x2. La japonesa, su adversaria, es muy fuerte como oponente. Y mantienen el alto nivel de la competición las dos. Juntas saludan a todos, se abrazan... En el micrófono se dice “eso es kárate”. Sandra Sánchez parece buscar una fraternidad con la oponente (ya se conocen y tienen algo de amistad, por lo que se anuncia). ¿Eso se podría justificar por su madurez (edad, experiencia de Sánchez)? (Diario de campo, 11/11/2018)

Eso tiene relevancia de ser observado una vez que no se presentó como una constante en el Mundial. Es decir, la rivalidad entre las atletas mujeres se hacía por lo general más demarcada que entre los hombres, como se puede ver en otro pasaje del diario:

Hay un comportamiento de cierta cordialidad muchas veces entre los atletas, de honor y respeto. Y otras veces hay un “no perdonar nada”. Los hombres en las luchas parecen más camaradas entre ellos, y entre las mujeres no hay tanto eso... son más de ir al grano, ellas. A lo mejor ser un poco más duras, evita los sentimientos de pena y cosas con ello relacionadas como puntos débiles típicamente asociados al femenino... (Diario de investigación, 10/11/2018)

Muchas interpretaciones se pueden extraer a partir de ahí. Sandra Sánchez tiene una historia deportiva peculiar, tiene más edad que la media de las atletas y ya integra el Guinness World Records por sus logros13. Quizá ella haya encontrado formas de se desplazar en el mundo marcial, dada su experiencia y a lo mejor también el asesoramiento de su coach, que es a la vez su compañero afectivo. Puede ser que se trate de un tipo de conocimiento que se configura como una negociación para logar el espacio que ella quiere y seguramente merece. Por otro lado, el comportamiento cordial entre los atletas, como detectado especialmente entre hombres, podría evidenciar la capacidad de juego que el deporte requiere. Es decir, además de la real camaradería que puede existir, también existen estrategias y cierta capacidad de ludibrio del adversario, que parece también ser requerida. Verificar que las mujeres todavía no presentan comportamiento similar al de los hombres puede llevar a pensar que o bien ellas no se han desarrollado a punto de jugar el juego como ellos, o bien prefieren un juego más a las claras, reflejando sus emociones del momento. Muchas veces estas emociones están alrededor de la tensión y miedo y en el mundo marcial se suele recomendar usar el propio miedo para atemorizar al oponente (Echenique, 2002). Eso se hace por medio del uso de un rostro que pueda exprimir algo como rabia, para que el otro se encoja. Algunos atletas parecen ya no utilizarlo, mientras otros sí, todavía la mayoría, y parece seguirse cultivando entre las mujeres de manera creciente. El próximo extracto del diario busca reflejar eso:

El atleta de Portugal sale con su combate empatado (por equipo) y para motivar su compañero le grita muy cerca de la cara, y se baten mutuamente en la espalda y hombros. También eso pasa con otros luchadores que gritan fuerte, golpean la propia cara antes de entrar en el tatami, como si quisieran activarse. Las mujeres están haciendo eso muy a menudo. Tal vez una estrategia para atemorizar a la adversaria o simplemente para activarse también. De cualquier forma, se auto golpean bastante. (Diario de campo, 09/11/2018)

Al ser el ambiente entendido como masculino, no es raro que las mujeres busquen se adecuar a él para lograr su porción de espacio y destaque. Se suele decir que la mujer que lucha bien, lucha como un hombre, así que este se hace, muchas veces, el objetivo de las mujeres. Es decir, ellas pasan a perseguir algo como un ideal masculino de luchador para ser aceptadas y respetadas en el ambiente (Roth & Basow, 2004). Son negociaciones para poder pertenecer, en un proceso de tensión entre ceder y resistir. Pero, por otro lado, el hecho de que ellas se presenten en algún grado más agresivas puede sugerir una resignificación de las concepciones de feminidad. Algunos estudios realizados a partir de modalidades análogas, como es el caso del desarrollado por Soares, Mourão y Monteiro (2017), avanzan en esta dirección. Tales autores investigaron las feminidades en el levantamiento de pesas y verificaron un proceso de lucha de las mujeres con el entorno. Las conclusiones os llevaran a decir que en la medida que sabotean las expectativas de una feminidad estandarizada, estas mujeres invitan a reflexionar sobre la construcción de la feminidad plural en el deporte. Esta consideración nos conecta con la próxima categoría de análisis del trabajo que involucra las percepciones de feminidad.

3.2 Feminidad, belleza y sensualidad

Boaventura (2008; 2011; 2016) enfoca los estudios de su trayectoria académica en la gimnasia rítmica y ahí aborda el tema de la feminidad, una vez que es recurrente, o quizá más que eso, intrínseco, entre las niñas, jóvenes y mujeres practicantes, y que se presenta casi como un criterio de evaluación en las competiciones de la modalidad. La autora habla de un medio completamente femenino, en el sentido de que, desde las atletas hasta entrenadoras y juezas, todas son mujeres, pero que tiene concepciones de feminidad que transcienden en alguna medida lo habitual, superando la idea de cuerpo femenino frágil y sumiso determinado por el estándar heterosexual-normativo estereotipado (Boaventura, 2016).

También Gonçalves (2014), al realizar una etnografía junto a un grupo de jugadoras de rugby, expone que, ahí, el adviento de la fuerza, característica normalmente atribuida al masculino, mientras que la belleza al femenino (Sant’Anna, 1995, citado en Gonçalves, 2014), es fundamental para la práctica. Además, Gonçalves dice que este hecho casi siempre requiere una abdicación de los modelos de belleza vigentes, lo que no significa la falta de cuidados con el cuerpo y con el embelesamiento.

Es cierto que hay similitudes entre lo encontrado por las autoras citadas y el contexto del kárate. No obstante, creemos que este es un punto que requiere más investigaciones, profundizando especificidades del kárate. En el Mundial, hemos encontrado situaciones que pueden se relacionar con concepciones de feminidad y belleza, especialmente, pero los elementos descritos podrían a la vez presentar tendencia a una concepción estandarizada, puesto que es lo que se puede captar visualmente, sin hablar con las personas. De todos modos, describimos a continuación:

Ocurría el bunkai14 (disputando bronce) de mujeres. Tiene muchas proyecciones, kiais15, ataques dos contra una... pero siguen manteniendo en la aplicación la postura del kata, protocolar y marcialmente estética, para la prueba. La modalidad kata suele tener a las mujeres arregladas, maquilladas, con el cabello bien puesto, y en kata por equipo los cabellos de las tres suelen estar arreglados igual. (Diario de campo, 11/11/2018)

Las mujeres suelen tener hombros y brazos fuertes, pero son por lo general delgadas. Ellas están cubiertas por los gis16, pero aun así se puede percibir que están fibrosas. Las que luchan en los pesos altos suelen tener estructura física grande, no es común que estén demasiadamente por encima del peso. El kárate parece no alterar drásticamente la constitución física, desarrollando lo que se entiende como cierta proporcionalidad física. (Diario de investigación, 10/11/2018)

El entrenamiento se hace visible: el gi propio para la modalidad, kumite o kata, la posición del cinturón, enfatizando feminidad o tal vez quitándole importancia, la postura de mayor seguridad o miedo… Y se puede percibir en la constitución física alguna diferencia demarcando el nivel o cantidad de horas de trabajo despendido. (Diario de campo, 06/11/2018)

La primera citación remete a una feminidad regida por la visión tradicional de la mujer. Entretanto, como hemos dicho, no necesariamente eso refleja las concepciones de cada una de las atletas. Puede ser que ellas simplemente lo tomen como parte del oficio a que se dedican, una vez que, en equipo, las tres deberían convertirse en una, o sea la sincronización requerida de los movimientos es buscada en todos los niveles, incluso por medio de una apariencia que se asemeja. Por otro lado, tal vez, la identificación de las mujeres que se dedican al kata con la modalidad podría indicar al mismo tiempo su identificación con los requisitos, ideas y creencias que están alrededor del kata, es decir, el hueco “femenino” en medio del masculino.

La segunda cita hace hincapié, de cierta forma, en la adquisición muscular que puede representar dedicarse a los entrenamientos. Aunque a la vista las mujeres parezcan presentar un desarrollo físico proporcionado entre miembros superiores e inferiores, lo que puede contener a la vez grados de relatividad, ellas se vuelven algo más fuertes que la población femenina mediana no karateca. Eso las pone en la dirección opuesta del ideal femenino de debilidad (Young, 1980; Roth & Basow, 2004), lo que desde nuestro punto de vista es una confrontación a la sociedad patriarcal, pero que también las lleva a tener que lidiar con los prejuicios alrededor de la fuerza femenina personificada por medio de los músculos. La asociación, o quizá mejor dicho la desvinculación de ello con la feminidad fue ya demarcada en otros estudios. Gorely, Holroyd y Kirk (2003) señalan cómo jóvenes estudiantes apuntan el capital corporal de las mujeres que se ven más fibrosas, o lo que es para ellos demasiadamente fibrosas, como algo desprecido. Tajrobehkar (2016), por su parte, destaca como mujeres levantadoras de peso van a buscar formas de compensar sus músculos, vistos como masculinos, con una exageración de la feminidad por medio de uso de maquillaje, tacones y, en general, uso de sensualidad.

Entretanto, desde nuestro punto de vista, como se verifica en la tercera cita, la constitución física que una atleta es capaz de lograr atesta su dedicación a la modalidad. Aunque el Mundial sea una competición muy importante, es posible ver en los primeros días, en las eliminatorias, las y los atletas que a lo mejor están todavía en nivel no profesional. A medida que la competición avanza, evidentemente se quedan los atletas de más alto nivel y que ocupan los primeros puestos en el ranking. Ellos, hombres y mujeres, son también los que tienen más posibilidades de participar de los Juegos Olímpicos. Además, en la citación también está una mención a la manera como muchas mujeres utilizan el cinturón, demarcando bien la cintura, lo que lo hacen la mayoría de ellas, o utilizando más alrededor de la cadera. Son dos acciones muy sencillas, pero que emiten un mensaje visual opuesto. Cuando alrededor de la cadera, la mujer es normalmente asociada con alguien masculinizado y, consecuentemente su orientación sexual puede ser en algún grado inquirida, llevándola a sufrir prejuicios sobre homosexualidad. Maor (2018) habla de esta forma de atar el cinturón como una acción “queer”, es decir, que actúa en pro de la subversión de estereotipos alrededor de las mujeres y la feminidad que se espera que ellas enseñen y trasborden en el ambiente masculino. Pero, por lo general, las mujeres intentan compensar aquello que puede de alguna manera cuestionar su heterosexualidad. El cinturón firmemente puesto alrededor de la cintura podría ser indicativo de eso, así como el uso de maquillaje y la forma de vestirse cuando no usando el gi. Entretanto, sabemos que todo esto puede no tener relevancia, es decir, parecer una cosa, pero ser, finalmente, otra. De hecho, a nosotros nos parece que una forma de desestabilizar las dinámicas conocidas y arraigadas en estos ambientes podría ser justamente actuando de maneras no esperadas o estandarizadas, que no están conformes con lo tradicional. Acciones queer, de las más diversas, tienen potencial de desestructurar lo consolidado. En el pabellón, donde hemos acompañado el evento, ocurrieron cosas sencillas en este sentido, de aquello que está ya estipulado, y que nos pueden decir mucho:

Todas las atletas de España para recibir la premiación del kumite por equipo [han obtenido 3er lugar] han puesto el uniforme nacional que es un poco pegado al cuerpo, y han suelto el pelo. (Diario de campo, 10/11/2018)

El uso de los kimonos impide en alguna medida la exposición física, lo que en otras modalidades puede estar muy en exhibición. La sensualidad es un atributo normalmente asociado con la heterosexualidad, donde las mujeres serían sensuales para los hombres (Scott, 2020), aguzando los sentidos de estos (Vaczi, 2016). Así, tal acción funcionaria como forma de denegar homosexualidad (Lovisolo, Moura, Bento, & Santos, 2010), además de garantizar algún grado de aceptación de las mujeres entre los hombres, lo que evidentemente no termina de ser aceptación, configurándose, tal vez, como una posición de alguien que podría estar para ser usada y consumida (Ahmed, 2019; Turelli & Vaz, 2006).

Si nos detenemos en analizar enlaces de Federaciones o dojos de algunas de las atletas, tal cual canales de YouTube de divulgación de sus patrocinadores, o aún periódicos de sus ciudades, nos vamos a deparar con materiales muy afines con lo que dicen diversos autores sobre la valoración del deporte femenino. Seguramente habrá excepciones, pero muy a menudo nos percatamos con casos en que se recurre a fotos que exhiben posturas sensualizadas como demonstración de poder. Además de elementos objetivos de un primer análisis interno, también parece ser que se juega con la idea de la mujer dominadora. Se tratan de imágenes que trabajan la sensación de estar delante de una mujer que es una amenaza o desafío en sí misma, que lucha, que es fuerte, que transgrede estándares al no ser débil ni frágil, ni necesitar que la protejan, negando la visión corriente de la mujer. Podría ser algo positivo, entretanto, se presenta el grande riesgo de caer en otra visión común, la de la mujer-objeto, objetificada y reducida a cuerpo-carne, con la conciencia cosificada (Horkheimer & Adorno, 1985), normalmente desde la perspectiva androcéntrica materializada por la mirada masculina heterosexual, o “male gaze” (Foucault, 2009). Aunque la deportista sea perfectamente competente en su modalidad, sería llevada a o se dejaría comercializar y consumir17.

En concordancia con eso están autores como Souza, Capraro y Jensen (2017), que presentan un artículo donde critican la manera como cronistas brasileños del deporte, conocidos en este ramo, relacionan mujer, estética corporal y desempeño atlético. Para los autores, resulta mucho más fuerte las impresiones masculinas que los cronistas ponen en sus palabras dirigidas hacia un público mayormente masculino heterosexual, que la atención destinada al desempeño atlético de las mujeres. Los cronistas hablan del modelo de ropa que las atletas visten, y poco del deporte femenino, y cuando mencionan algo bien hecho, fue hecho supuestamente “como hacen los hombres”. Es decir, los medios fortalecen la visión existente (Bowman, 2020), que es una visión estereotipificada de la mujer, como objeto de satisfacción de otros o como alguien que no es competente por sí misma, logrando serlo solamente si se acerca al modelo masculino de performance, y debido a permisos del mundo patriarcal.

Ferretti y Knijnik (2007) exponen que, en general, se crea un estereotipo erotizado de la mujer en el deporte, pues los medios direccionan las tomas de las cámaras con las mujeres en acción en situaciones específicas o de partes de sus cuerpos que van dirigidas a un público también masculino heterosexual. El enfoque cultural de la sociedad patriarcal, extremadamente consolidado y autorizado en el mundo deportivo, que es balizado por el “male gaze” (Foucault, 2009), con mayor o menor grado de concienciación, impone, aprobando o condenando comportamientos, actitudes, acciones, a veces de modo estricto y otras veces, con más sutileza. Eso posiblemente es sentido, además, por otros colectivos vulnerables a la heteronormatividad. Para cerrar este apartado, evidenciamos otro apunte de las observaciones relacionado con eso:

La entrega de medallas ocurre entre las disputas de finales. (…) Tres mujeres, en principio no atletas, están vestidas de blusa y falda pegadas al cuerpo, de color azul oscuro; tienen un pequeño fular amarillo en el cuello, el cabello en coleta, calzan tacones (zapato negro) y están bastante maquilladas. Llevan una almohada cada una con la(s) medalla(s) y una persona honoraria [que cambia a cada entrega] acompañada siempre por el presidente de la WKF hace las entregas. (…) ¿Por qué no hay hombres involucrados en esta entrega, arreglados y cargando la almohada? (Diario de investigación, 10/11/2018)

3.3 Fuerza, poder y conservadurismo

Para empezar esta categoría traemos el apunte de una observación sencilla, pero que es capaz de enseñar como la lucha femenina parece ir más allá del koto.

Hay un sexto juez ahora en kumite. Éste queda en una silla en la lateral de la pantalla que está debajo de la mesa del koto y detrás del juez central del combate. Parece ser un supervisor general, atento a todo –y debe estar por encima incluso del [árbitro] central–. Ha pasado algo interesante en el koto 4. De los cuatro [jueces que portan] banderas, tres son hombres, así como el central. Uno de los jueces-bandera y el que supervisa todo son mujeres. En la lucha que ocurría ahí, hombres +84kg, dos de los jueces-banderas (un hombre y la mujer) han dado penalidad al atleta de Alemania. El central ignoró la marcación. La supervisora hizo un silbato y le llamó la atención. Él miró alrededor y ya habían bajado las banderas, entonces reinició el combate. La supervisora, que se veía un poco contrariada, usó de nuevo el silbato y pidió a los jueces-banderas que otra vez pusieran la marcación. Lo hicieron. Entonces, con ello, el árbitro central atribuyó la penalización. (Diario de campo, 07/11/2018)

Aunque el hecho de tener mujeres en todos los frentes de acción sea en sí un logro, es a la vez, poco y un proceso lento. Es decir, no es posible conformarse con ello, como si el logro fuera suficiente, pues la verdad es que la mujer está presente, todavía en menor número, pero no por estar presente está garantizado el respeto hacia ella. Todavía las mujeres necesitan enseñar su valor continuamente, probar que pueden estar donde están, y jamás relajar. Desde el prisma androcéntrico, el papel de la mujer parece ser, en la mayoría de las veces, el de figura decorativa, para embellecer y suavizar determinados contextos, el de elegantemente cargar los premios que hombres regalan. Como si, irónicamente, solamente al hombre cupiera hacer el trabajo serio (Gonçalves, 2014), y tener la mujer presente fuera comprobación que hay consciencia de las políticas de género, cuando por lo general ellas solo están para cumplir con obligaciones legales y los índices mínimos de tales reglamentaciones. Se trataría de una concesión del mundo masculino a alguien que no es concebido como igual. Aunque el deporte con sus reglas tienda a organizar y limitar las posibilidades de expresión de la violencia (Elias, 1992; Elias & Dunning, 1992), hay en su ámbito muchos matices de prejuicios expresados por medio de violencia simbólica. Este concepto deriva de la teoría que ha desarrollado Pierre Bourdieu (2012) de la dominación masculina. Esta tiene una lógica donde el dominado reconoce el poder ejercido por el dominante. La violencia simbólica, por su parte, se presenta como una forma más sutil de violencia, no física, pero de relaciones de fuerzas disimuladas (ver también Bourdieu, 2001).

La observación presentada también se configura como la lucha de las mujeres por espacio, aunque las negociaciones se hagan diferentes. Muchas veces se hace necesario recurrir a las determinaciones legales para asegurar derechos básicos y evitar el estabelecimiento restricto de “clubes masculinos” (Pfister, 2003). Moraga-Contreras, (2020, p. 67) explica que

Las cuotas son un tipo específico de acción afirmativa o también llamadas acciones positivas, un caso de discriminación inversa a través del cual se incide decididamente con el objetivo de reducir aquella brecha comprobada y cuantificable que no ha podido acortarse por otra vía.

Es decir, si hubiera sido posible alcanzar igualdad por otras vías, no sería necesario recorrer a medios legales de obligatoriedad, lo que innegablemente señala injusticia social. Siguiendo esta línea, presentamos otra viñeta narrativa:

Una mujer, presidenta del Consejo Superior de Deportes, hace entrega de medallas, por primera vez, para kata femenino –ha sido la única que hemos visto–. (Diario de campo, 10/11/2018)

El hecho de que la mujer mencionada sea anunciada como la presidenta del Consejo Superior de Deportes es evidentemente algo positivo. No la conocemos como persona y tampoco en el cumplimiento de sus funciones. Entretanto, nos llama la atención que ella hizo la entrega para kata femenino, teniendo en cuenta las características de algo como “lugar de la mujer” que esta modalidad parece asumir dentro del kárate, conforme hemos estado describiendo a lo largo de este trabajo. Además, el hecho de que haya sido solamente una entrega puntual, y no más.

Por fin, en la dirección del conservadurismo tradicional, traemos otro apunte que, aunque se relacione con creencias religiosas de culturas diferentes, puede añadir en nuestra propuesta de reflexión acerca del lugar ocupado por la mujer en la sociedad:

(…) las atletas y la coach de Egipto, con el tejido negro [hiyab, del islam] en la cabeza, prendiendo los cabellos. Había una atleta de Egipto que tenía el pelo castaño-rubio en una gran coleta; no llevaba el pañuelo... Y las atletas de la República Islámica de Irán igual lo llevaban. Es raro, pero cuando se ha caído el pañuelo de una de ellas, ha surgido en quien miraba un malestar, una leve vergüenza, como si fuera algo malo y no se debía mirar… (Diario de investigación, 06/11/2018)

Algunos países apenas permiten la participación de los hombres en las competiciones y no envían mujeres como atletas. Estos son posicionamientos sexistas, no obstante, considerando nuestro desconocimiento de las culturas de tales sitios, pensamos como más prudente no meternos demasiadamente con ello. Así, nos restringimos a comentar la sensación de malestar experimentada por la caída del hiyab de la atleta.

El uso de esta indumentaria consta en el reglamento de las competiciones de kárate y posee especificaciones como los gis y equipamientos de protección a ser respetadas. Con ello, integra la lista de materiales a ser adquiridos por los karatecas, además de presentar la forma adecuada para el deporte, posiblemente con mecanismos que le fijen bien a la cabeza, pensaríamos. Entretanto, es normal que en el medio de la pelea la indumentaria general se desplace. Todo es reposicionado y se sigue adelante. Entonces, la vergüenza asociada a este elemento especifico, de utilización exclusivamente femenina, lleva a reflexionar sobre el pudor que suele rondar a las mujeres (ver Bento, 2006, citado en Salvini, 2017). Decimos específicamente las mujeres porque el recato es parte fundamental de la educación destinada a ellas desde la niñez. Young (1980, p. 153) habla en su clásico texto sobre como a una niña se le dice que “she must be careful not to get hurt, not to get dirty, not to tear her clothes, that the things she desires to do are dangerous for her”. Es decir, algunos miedos y auto regulaciones son construidos en ella. Y sigue Young (1980, p. 153) diciendo que “Thus, she develops a bodily timidity which increases with age”.

Aunque la aportación intelectual de Young sea antigua, además de que los estudios feministas hayan progresado, nosotros consideramos que es todavía aplicable, quizá a algunos contextos más que a otros. En el kárate, donde la cultura marcial y la deportiva se mezclan, y hay entonces un contexto configurado por la tradición y el dominio masculino, los escritos de Young se presentan todavía válidos. El conservadurismo alrededor de la educación de niñas y mujeres, fuertemente demarcada en la religión de modo general, también llega a la expresión física de niñas y mujeres, y niños y hombres, demarcando una notable diferencia, generalmente confiriendo a las mujeres el lugar del recato. Además de eso ser fácilmente percibido por medio de una expresión física generalmente inhibida, incluso en las más variadas modalidades deportivas (Roth & Basow, 2004), nuestro punto aquí también se refiere al comportamiento. Es decir, el conjunto de concepciones socialmente aceptadas moldea una moral auto regulativa para las mujeres que las posiciona como eternamente equivocadas, como si siempre estuvieran actuando equivocadamente y mal. Eso las lleva a avergonzarse muy fácilmente (Trzebiatowska, 2014), muchas veces incluso sin motivo, simplemente porque el lugar atribuido a ellas es un lugar de inferioridad permanente. En el mundo del deporte puede tratarse de la atribución de una inferioridad técnica, lo que requiere un análisis muy detenido para comprobarlo o denegarlo, o/y una inferioridad por reducir la mujer a objeto de deseo.

4. Conclusiones

Por medio de un evento puntual, de gran importancia en su contexto, hemos buscado verificar como se mueve la mujer en acción marcial, de qué manera logra y garantiza su espacio en este escenario masculino y temporariamente olímpico. La cultura marcial, por medio de la tradición y algunos conservadurismos parece imponer desafíos a las karatecas, lo que a la vez también lo hace la cultura deportiva, con sus matices propios. La conjugación de las dos hace la jornada exigente para las mujeres que, por lo que hemos podido percibir apenas con mirar, necesitan ser aprobadas en diferentes criterios para poder integrar el ambiente de guerreros. Se les pide demostrar cierta eficiencia técnica, muchas veces a la altura de un modelo masculino con lo cual son constantemente comparadas, especialmente como atleta, pero también para otras funciones. Las comparaciones no nos parecen pertinentes, una vez que no respetas diferencias que requieren una mirada desde la equidad. Además, parece ser que el hacer parte de una modalidad típicamente masculina genera presión, cobranza y expectativa, objetiva o sutil, sobre la orientación sexual de las karatecas. Atendiendo a las demandas de la heteronormatividad, las mujeres muy a menudo buscan formas de enseñar lo que se asocia a la feminidad enfatizada (Connell & Messerschmidt, 2005). Por fin, parece ser que el espacio femenino precisa ser disputado incluso en las pequeñas cosas que remeten a dinámicas de poder, sin permitir la más mínima renuncia, bajo el riesgo de pérdida rotunda de espacio. Considerando la educación normalmente recibida por las mujeres, esa constante lucha les resulta difícil, puesto que están habituadas, física y moralmente, a un lugar recatado que, para imponerse, necesitan abandonar.

Así, la demarcación de un lugar que no sea de inferioridad para las mujeres en el kárate parece todavía requerir lucha, trabajo y concienciación, a comenzar por tener conocimiento de los complejos procesos involucrados. Nosotros pensamos que tales procesos no son claros para todos, lo que puede llevar a que muchas cosas ocurran por inconsciencia. No obstante, hace falta aclarar las cosas para poder generar cambios que culminen en ambientes más adecuados e inclusivos para todos sus integrantes, y no solamente para una parte de ellos. Reconocemos el esfuerzo de las mujeres que están desde hace tiempo y ahora mismo negociando por hacer hueco para otras niñas y mujeres que simplemente anhelan su sitio, un sitio de derecho y respeto, donde puedan libre y auténticamente ser mujeres-atletas-guerreras.

Esta conjugación subjetiva de mujer, atleta, guerrera es indudablemente un derecho, pero está llena de desafíos. Pues ahí se mezclan las concepciones de la cultura de la sociedad patriarcal en la que vivimos, la cultura deportiva y la marcial, como venimos comentando a lo largo de este trabajo. Performar como mujer en el kárate olímpico, ápice de lo que compone la cultura deportiva, pone presiones sobre la mujer como en otros deportes, especialmente asociadas a la sensualización para promover el consumo por el público masculino heterosexual. Además, aunque eso ocurra debido también a la cultura marcial, la cultura deportiva autoriza la relación de la figura de la mujer en deportes vistos como masculinos con la masculinización. Entretanto, dejar de integrar este escenario además de perder en inversión en la modalidad, puede implicar otros problemas para las mujeres, lo que es, de hecho, lo que más nos interesa aquí. Uno de estos problemas sería la ausencia total de visibilidad, lo que posiblemente pone fin a las políticas de igualdad y mismo cuotas, o disminuye su extensión, permitiendo la conversión de la modalidad en algo donde la fuerza gobierna y la tradición se mantiene imperando. Los guerreros suelen ser los hombres, con las guerreras se valiendo de limitada concesión del mundo masculino. Entonces, la tendencia sería la de que muchas menos sean las mujeres que logren aceptación y pertenencia en el ambiente, por ejemplo.

Puede parecer exagerado, pero pensamos que no es imposible que sea así, dada la relativa necesidad moderna de espacios de preservación masculina de la masculinidad hegemónica que algunos grupos parecen demostrar. Entonces, consideramos que, aunque la lucha de las mujeres todavía necesite perdurar, ella se hace más favorable si enganchada al contexto olímpico. Ahora mismo la realidad es opuesta a eso, es decir, el kárate está fuera de los Juegos Olímpicos de 2024. Pero puede volver en 2028. Ciertamente se continuará buscando eso, no necesariamente con la búsqueda por espacio para la mujer como primero objetivo. Y aunque sean muy pocas las mujeres que llegarán algún día a participar de unos Juegos, y que mismo ahí ellas tengan que seguir luchando contra estereotipos de masculinización y/o erotización, se nos parece, primero, una lucha en menor desventaja y, segundo, que el hecho es capaz de beneficiar niñas y mujeres también del contexto amateur.

Por fin, nos gustaría mencionar las limitaciones de este estudio. La primera se relaciona con la dificultad que hay para que una persona capte todo lo que ocurre en un pabellón deportivo. O sea, eso no es posible. Así que sabemos que cosas importantes no habrán sido registradas. Adicionalmente, entendemos que hace falta complementar la investigación con otras técnicas de recorrida de informaciones y averiguar con más profundidad temas que aquí mismo piden continuidad. No obstante, como seguimos en la investigación, planteamos sanar los huecos que aquí percibidos aplicando otros instrumentos etnográficos, y presentando los nuevos hallazgos en el futuro próximo.

En este trabajo hemos presentado algunos procesos subjetivos de demarcación del lugar de las mujeres en el kárate en su momento de expansión a nivel olímpico, seguido de su constricción. Lo que se sabe a respeto de este escenario especifico es algo que todavía se puede ampliar considerablemente. Así que seguiremos investigando, también con vistas a clarificar procesos que puedan añadir al kárate femenino, y como consecuencia, al deporte femenino.

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Notas

1 En 2004 el Comité Olímpico Internacional ya había seleccionado el kárate para inclusión en los Juegos Olímpicos de verano de 2012. Pero ha sido necesario adaptar una serie de cosas hasta que, de hecho, la inclusión haya podido concretarse. (https://www.wkf.net, accedido en 30/11/2018.)
2 Así son llamados los y las practicantes de kárate.
3 El Mundial subsecuente debería acontecer en 2020, entretanto, debido a la crisis sanitaria mundial fue también adiado, y ya concretado, a fines de 2021.
4 La investigación integral se desarrolla a lo largo de un curso entero de Doctorado.
5 Los Mundiales de kárate han empezado en 1970, organizados por la WUKO (World Union Karate-do Organizations), equivalente hoy a la WKF (World Karate Federation). El cambio de nombre de la Federación fue en 1992. El primer Mundial ocurrió en Tokio, y tenía solamente la modalidad de lucha masculina, individual y por equipo. Las mujeres han participado por primera vez diez años más tarde, en 1980, en el Mundial que se celebró en Madrid. (https://www.wkf.net, accedido en 30/11/2018.)
6 Las cursivas aquí y en otros momentos del texto en los que nos referimos a algunos autores se relacionan a interpretación hecha por nosotros de sus textos y respectivos idiomas.
7 Kata, nombre en japonés que designa la modalidad que equivale a una secuencia fija de golpes hechos contra un adversario imaginario, presentada como una coreografía a un equipo de jueces que evalúa uno y otro competidor por vez, definiendo el vencedor. En el Karate1 Premier League Paris 2019, realizado entre los días 25 y 27 de enero, la WKF ha implementado un cambio importante en la manera de evaluar katas: los árbitros pasaron a atribuir notas a cada presentación hecha. Hasta entonces, se definía el vencedor por elevación de bandera del color correspondiente al atleta que tenía mejor desempeño según cada juez. Entretanto, aunque con algunas variaciones, la valuación por nota ya había sido utilizada en el pasado remoto de las competiciones karatecas.
8 Los atletas que van a competir siempre usan cinturón y en el caso del combate, también equipamientos de protección, ao, azul, traducido del japonés, o aka, rojo, aunque sean en su totalidad, a este nivel, salvo alguna rara excepción, todos cinturones negros.
9 Nombre dado al área de tatami donde se realizan las disputas. Tratase de un cuadrado de ocho metros de lado y más dos metros de área de seguridad. Suele ser de color azul y en rojo la línea que alerta sobre el final del área. Para el Mundial de Madrid, había cinco kotos disponibles.
10 Kumite es el nombre en japonés para designar la modalidad en el kárate que equivale al combate propiamente dicho, organizado por categorías de peso.
11 Otra diferencia que tiene relevancia es la de que en el Mundial los combates constaban de tres minutos para hombres y dos minutos para mujeres. Sin embargo, en reunión realizada por la WKF en este evento se decidió que todos pasarían a durar tres minutos. En el Campeonato de España, ocurrido en Leganés, Madrid, en los días 12 y 13 de enero de 2019, este cambio ya fue respetado.
12 Término o nombre en japonés para designar el lugar donde se realizan las prácticas marciales (relacionadas con la acción de luchar) de la modalidad en cuestión.
14 Traducido por “análisis” o “deconstrucción”, es la aplicación en los compañeros del equipo de las técnicas que componen el kata que fue previamente presentado. Respetando las técnicas utilizadas en el kata, hay cierta libertad de creatividad para entrenador y atletas. Tienen que ejecutar todo, kata y bunkai, en el tiempo máximo de seis minutos. Igual para chicos y chicas.
15 Es el grito emitido en el momento de ataque, generalmente. Entendido por algunas tradiciones como “grito de poder”, que puede servir para espantar al miedo.
16 Vestimenta propia para la práctica del karate, el nombre completo es kárate-gi. Habitualmente se utiliza también “kimono”.
17 A ese respeto, nos parece bastante relevante lo que propone Preciado (2008), cuando lanza su teoría de un nuevo tipo de capitalismo. Lo llama régimen farmacopornografico; argumenta que las industrias líderes del capitalismo hoy, junto con las empresas de guerra, son las industrias farmacéutica y pornográfica, que llegan a una velocidad abismal, optimizada por el mundo virtual, a las personas. Posiblemente sea posible decir que en el centro de la pornografía está puesta la mujer objetificada.

Recepción: 05 Octubre 2021

Aprobación: 25 Marzo 2022

Publicación: 04 Abril 2022

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