Educación Física y Ciencia, 2007, vol. 9, p. 171-185. ISSN 2314-2561
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Educación Física.

Comunicación/Communication

Figura y vestigios de Antinous en la educación física brasileña

Figure and vestiges of Antinous in it physical brazilian education

Alex Branco Fraga

UFRGS

Resumen
Este artículo trata sobre el análisis de una forma específica de gobierno de los cuerpos brasileños, que pretendió establecerse en el inicio del siglo XX, a partir de las dos primeras obras de uno de los más destacados intelectuales brasileños de la época, Fernando de Azevedo. La primera de ellas se titula Da Educação Física, escrita en 1915; y la segunda Antinoüs: estudo da cultura atlética, escrita en 1919. En estos dos libros el autor procura imprimir a la educación física nacional los fundamentos higienistas/eugenistas que ya hacía algún tiempo venían dominando el escenario europeo. Azevedo intentó elaborar una doctrina científico-pedagógica para el área, tomando como base los métodos gimnásticos europeos e incorporando elementos de la cultura greco-romana idealizada por los humanistas de su época. A pesar de que su primera obra es mucho más extensa, dedico aquí mayor atención a su segunda obra, especialmente por la ambición de Azevedo de tomar la imagen corporal de Antinoüs como referencia eugénica para la constitución del cuerpo nacional. Para finalizar, apunto algunas conexiones con el movimiento contemporáneo en favor de un estilo de vida activo.

Palabras clave: Higienistas; Humanistas; Imagen corporal

Abstract
This article aims to analyze a specific form of government of bodies in Brazil. It was established in the beginning of the 20th century, having its fundamental ideas taken from the two earlier works of one of the most distinguished intellectuals of that time, Fernando Azevedo. It is in these books that Azevedo tries to bring the hygienist/eugenic doctrine that had been dominating the European scenario to the national Physical Education. He does so by transplanting scientific-pedagogical principles based on European gymnastic methods to the area and incorporating elements of the Greek and Roman cultures idealized by the humanists of his time. Even though his first book - Da educação física (1915) - is much wider, this analysis has its focus on the second, Antinoüs: estudo da cultura atlética (1919), in which the author takes Antinoüs' body image as eugenic reference for the constitution of the national body. I conclude this paper indicating some connections between such government of bodies and the contemporary movement in favor of an active life style.

Keywords: Hygienists; Humanists; Corporal image


Introducción

Cada época coloca un énfasis diferente sobre los cuerpos, construyendo normas y conductas que están ligadas al imaginario social que les da sentido y las torna posibles. Michel de Certeau (1996) va a argumentar que hubo una larga historia de conflictos, entre los siglos XV y XVIII, para que el cuerpo llegase a ser aislado y tomado como un lugar de acontecimiento discursivo. En este pasaje, la noción de utilidad y eficiencia pasó a regular los procesos biológicos de la vida, dando forma al cuerpo-máquina, en oposición a la lógica de los "humores" que asociaba el funcionamiento del cuerpo al de la naturaleza. Se hizo posible, a partir de entonces, reparar, corregir, sustituir lo que no funcionaba, extraer lo que había de exceso, haciendo que diferentes procedimientos funcionasen de forma complementaria - arrancar/cortar, inserir/suturar - para mantener los cuerpos sometidos a una norma, en el sentido atribuido por Michel Foucault (1996; 1997).

En el siglo XIX la búsqueda por la simetría corporal pasa a ser una obsesión, implementando una exacerbada disputa de poder por la imposición de significados de ciertos grupos. La valorización de la verticalidad, del alineamiento y de la figura delgada, ésta última considerada marca de la plebe en la Edad Media (Gérard, 1992), tornó posible el surgimiento de los aparatos de corrección postural y de los métodos gimnásticos europeos (Soares, 1998, 2001; Vigarelo, 2003). Es con base en esta tecnología ortopédica que emerge un meticuloso proceso de educación y control de lo físico que se va a generalizar.

Es preciso recorrer las sutilezas y el esmero de las formas específicas del gobierno de los cuerpos, que tornaron viables esa generalización, y allí analizar cómo los mecanismos de poder operan la normalización de las conductas corporales, en los pasajes históricamente considerados menos importantes. De acuerdo con una investigadora brasileña de la historia del cuerpo, Denise Sant’Anna (2001), tal vez sea más productivo realizar una historia de las pequeñas ambiciones de regular los cuerpos conforme intereses particulares, que pretender hacer "La" historia del cuerpo.

Fernando de Azevedo fue uno de esos sujetos ambiciosos de inicio del siglo XX en Brasil, sujeto de formación diversificada que procuraba dar cuenta de varios temas (derecho, latín, sociología, periodismo, educación) como forma de influenciar los rumbos de la nación. Se destacó por su actuación en el campo político-pedagógico, entre tantas actividades desarrolladas, fue relator de uno de los más importantes documentos de la educación brasileña, el Manifiesto de los Pioneros de la Escuela Nueva, escrito en 1932, que mudó la forma de pensar la educación pública en el país. Participó activamente del movimiento que resultó en la fundación de la Universidad de São Paulo en 1934 y fue electo miembro de la Academia Brasileña de Letras en 1968. Curiosamente, este destacado intelectual brasileño inicia su trayectoria literaria dedicándose enteramente a la educación física, que consideraba una de las herramientas más importantes en el proceso de formación física y moral del pueblo brasileño. Acreditaba que para una nación imponerse mundialmente era necesario producir hijos robustos, por lo tanto, era necesario transformar el cuerpo indolente del brasileño en un ejemplo de fuerza y resistencia, que fuese capaz de soportar, con vigor y determinación, las amarguras de la vida moderna.

En el inicio del siglo XX la educación física era aún un área muy incipiente, en lo referente a escuelas de formación y el saber de los profesores generalmente se limitaba a la instrucción práctica. Delante de este cuadro, el propio Fernando de Azevedo resuelve, en 1915, entregarse de cuerpo y alma a la disciplina: se candidatiza, en un concurso público, al cargo de profesor en el Estado de Minas Gerais; luego, sin haber sido aprobado en dicho concurso, la tesis presentada acabó resultando en la publicación de su primer libro.

La limpieza de los cuerpos

Azevedo pretendía imprimir cientificidad al trabajo con la educación física, insertarlo dentro de un plan nacional de educación, para que el país pudiese, a través de esta disciplina escolar, desenvolver al máximo las virtudes de la raza y las habilidades hereditarias de cada individuo. Una educación física que, pautada por un estatuto científico y al mismo tiempo moral, estuviese articulada a la medicina y a las normas jurídicas en favor de una nueva ordenación social, constituyendo así una consistente retórica en la cual fundaba su propuesta de "cuerpo-nación".

El Brasil de inicio de siglo vivía un proceso de asimilación de las intensas modificaciones sociales características del pasaje del Imperio para la Primera República; período marcado por una compleja transición entre el régimen esclavista y el trabajo asalariado. Emergía con fuerza el proceso de industrialización en el centro del país, más específicamente en São Paulo, la población rural se sumaba a los trabajadores urbanos en búsqueda del empleo prometido en las grandes ciudades, resultando en una concentración urbana completamente desordenada.

Se atribuía a la creciente densidad poblacional de las ciudades la proliferación de enfermedades infecciosas, originadas por la aglomeración poblacional y por las pésimas condiciones de habitación. Los índices de salud eran alarmantes, enfermedades como fiebre tifoidea y tuberculosis causaban pánico por el alto grado de mortalidad. Dentro de este cuadro, los postulados de la higiene no encontraron dificultades para ser adoptados por la élite intelectual de la época como factor determinante para una necesaria ordenación social (Marques, 1994; Pagni, 1997).

La modernización urbana, basada en principios sanitarios, preveía el retiro de los "sucios" y "peligrosos" inquilinatos del centro de las ciudades y la implantación de las "asépticas" y "organizadas" villas operarias, posibilitando así una intervención en la vida íntima de los trabajadores. Se tornaba necesario, debido a los contrastes étnicos, organizar intervenciones que fuesen al mismo tiempo, profundas y discretas, que no se restringiesen a las cuestiones de salubridad social, sino que interviniesen en los cuerpos de aquella generación, pensando en los cuerpos futuros.

La constitución homogénea del pueblo brasileño pasaba a ser el pilar fundamental de un proyecto de humanidad euro-céntrico, que se sustentaba apenas en los presupuestos de la higiene. El disciplinamiento y la creencia en la transformación de la sociedad a través de la padronización del cuerpo brasileño se tornaron más sofisticados; ganaron contornos científicos más "afinados" con la emergencia de la eugenesia. Al modelar los cuerpos físicos, la eugenesia pretendía remodelar el cuerpo social gracias al trabajo sobre el cuerpo y a la instauración de una "consciencia" eugenésica en el ciudadano (Marques, 1994).

En la sesión de apertura del I Congreso Brasileño de Eugenesia, Roquette Pinto, citado por Vera Marques (1994: 63-4), expuso las justificaciones para la implantación de ese movimiento en el país, él decía: "durante mucho tiempo, se supuso que el medio dominaba los organismos, por lo tanto la medicina y la higiene resolverían el problema de la salud, pero la ciencia demostró que hay algunas cosas que no dependen de la higiene: es la semilla, la herencia, que depende de la eugenesia".

La eugenesia tenía por propósito regular todas las esferas de la vida, organizar de forma racional el progreso biológico, con el cual se alcanzaría el progreso social, es decir, controlar socialmente las cualidades raciales de las generaciones futuras. Se trataba, para Fernando de Azevedo, del "estudio de las medidas sociales, económicas, sanitarias y educacionales que influencian, física y mentalmente, el desenvolvimiento de las cualidades hereditarias de los individuos y, por lo tanto, de las generaciones" (1920b: 19).

La posibilidad de influir en la constitución física de hombres y mujeres, abierta por los estudios sobre la hereditariedad desarrollados por Galton con base en el evolucionismo de Darwin, y en la teoría genética de Mendel, permitió la instalación de distinciones extremamente perversas, pues jerarquizaban las características biológicas en nombre de una pretendida armonía social, determinando el surgimiento de discriminaciones hereditarias.

La obsesión por el control de la natalidad de los progenitores "inferiores", depositarios de "defectos y taras innatas", llegó hasta el punto de la proposición de normas jurídicas para el matrimonio, que autorizaran el casamiento solamente entre aquellos "individuos eugenizados, capaces de generar elementos saludables, bellos, productivos y útiles para la sociedad" (Costa apud Marques, 1994: 65).

La figura de Antinoüs

En el libro Da Educação Física (1920a), es interesante analizar como Fernando de Azevedo va proponiendo que las cuestiones de saneamiento de los espacios colectivos y el discurso del aseo personal sean complementados por la idea de profilaxis orgánica, que preveía la adopción de medidas de protección contra la degeneración, procurando interdictar la reproducción de los portadores y portadoras de enfermedades. Pero es en Antinoüs: estudo de cultura atlética, el segundo libro de su carrera, donde esta correlación se torna más explícita. El libro es fruto de una conferencia por él pronunciada en la fundación de la Sociedad Eugenésica de São Paulo, en 1919. En uno de los pasajes de este texto, en que justificaba las inversiones en la ciencia eugénica, Azevedo decía:

No basta, pues, curar los enfermos, es necesario mejorar los sanos; no basta que la higiene social sanee el pueblo, es preciso fortalecer la educación física con una acción enérgica y sistemática, capaz de imprimir energía y vigor a las generaciones, puras de la mácula endémica, y de hacer brotar armonía de todos esos elementos étnicos concentrados por una fuerza común en una nación poderosa (Azevedo, 1920b: 22).

Para viabilizar tal intento, era necesaria una educación física que fuese capaz de invertir en el equilibrio funcional y morfológico de los individuos y de tener en cuenta el lema: "no retardar, pero tampoco no precipitar" el desarrollo orgánico de los jóvenes. Una educación física que, a través de la gimnástica aplicada, podría beneficiar a todos, "pero a los débiles, sobretodo". En palabras del propio Fernando de Azevedo,

Si es necesario para el vigor de la especie que todos los imperfectos sean destruidos, sobrepongámonos a la naturaleza no destruyendo los imperfectos con austeridad dórica, que mandaba lanzar al Taigete los niños deformes y castigaba la obesidad como un vicio -lo que sería deshumano, pero tornándolos perfectos - lo que sería altruístico; no eliminando los débiles, lo que sería salvaje, pero eliminándoles la debilidad lo que es deber de la ciencia (1920b: 25).

Revitalizar la educación física dentro de los principios eugenistas pasaba a ser una de las tantas pretensiones de la eugenesia, pues todo estaba por hacer en esta área. En Brasil no había escuelas para la adecuada formación profesional en el área, era preciso, como decía el própio Azevedo, "intelectualizar" la educación física, concebir un estatuto científico y al mismo tiempo moral para esta disciplina, que estuviese articulada a la medicina y a las normas jurídicas en favor de una nueva educación de los cuerpos. Para ello, va a buscar respaldo en la cultura helénica a partir de la cual elabora su concepto de atlética y justifica la importancia de ésta área, hasta entonces desacreditada socialmente. Atlética es, para Azevedo,

Disciplina y arte al mismo tiempo - se basa toda en la biología, en los principios anatómico-fisiológicos para alcanzar la salud del cuerpo, que es la condición fundamental del espíritu, y viene a realizar también un fin estético [...] un método racional y graduado a la realización de lo bello en el cuerpo, a la creación de la belleza plástica (Azevedo, 1920a: 23).

Fernando de Azevedo buscaba hacer valer sus postulados teóricos procurando "resucitar" figuras griegas. Atribuía la formación de estos individuos superiores a la perfecta integración entre cuerpo y espíritu; bellos no solamente en la plasticidad corporal, más también en la funcionalidad. Estos "modelos de antropología", que para él simbolizaban la perfecta educación intelectual, física y moral, nos fueron legados por la estatuaria clásica.

Antinoüs era su estatua título, la última creación ideal del arte antiguo, modelo de cuerpo cuidadosamente seleccionado para definir el tipo idealizado de cuerpo brasileño. Armonía perfecta entre forma y elegancia, expresada en la delicadeza del rostro, en contraste con la vigorosa complexión del cuerpo. Diferentemente de Hércules de Farnese, de cuerpo macizo y grotesco, formado por la hipertrofia - "a quien los músculos parecen haber quitado todas las fuerzas y todo el vigor de la inteligencia" (Azevedo, 1920b: 5).

Antinoüs sintetizaba la finalidad máxima de la "verdadera atlética" para Azevedo, formar tipos perfectos, expresión del equilibrio plástico-morfológico, a través de los ejercicios gímnicos y naturales, alcanzando la pretendida mens sana in corpore sano. Sin embargo, al glamour de la cultura helénica, era necesario agregar elementos pertinentes a la crudeza de la vida moderna. El "nuevo brasileño" debería resultar de la higienización ambiental y de la controlada fusión de las razas que lo compone, dentro de un proceso de purificación que transformaría los cuerpos de la patria en testimonio del triunfo eugenista.

La propuesta de cuerpo-nación exigía de la educación física una acción científica, arraigada dentro de un plano nacional de educación, que desenvolvería al máximo las virtudes de la raza y las aptitudes hereditarias de cada individuo. En esta perspectiva, los ejercicios físicos van a ser presentados como un poderoso instrumento modelador de las formas y agente de ordenación de los cuerpos promiscuos.

El ejercicio, este gran modificador higiénico y plástico - porque la función modifica el órgano en su favor - desenvuelve el organismo, modela la estructura; y, a cada generación, el perfeccionamiento se aumenta del contingente, que le trae cada uno de los productores mejorados por la Educación Física, hasta constituirse por extensión progresiva de sus beneficios, una raza fuerte, cuyos caracteres se hayan afirmado y cuyas virtudes hayan sido desenvueltas y apuradas por la gimnástica al aire libre, por la natación y por los deportes náuticos y en los campos de juegos (Azevedo, 1920a: 23).

La planeación del trabajo, a su vez, estaría volcada para la organización de ejercicios que sistemáticamente sometiesen los músculos a una carga necesaria, para tender a los nuevos presupuestos fisiológicos y formar una "coraza bastante fuerte para abrigar y defender la salud del individuo, pero no tan pesada para estorbarlo" (Azevedo, 1920b: 7). Se tornaba necesario, literalmente, incorporar esta nueva creencia en las prácticas cotidianas de la población, verla en el cuerpo de todos los brasileños; constituir de forma duradera una "moral de enervamientos", soporte de renuncias particulares en pro de una promesa estético-sanitaria que recaía sobre la imagen de Antinoüs.

Mas aquí cabe una pregunta, ¿por qué Azevedo escogió, entre tantas figuras greco-romanas, a Antinoüs como modelo de cuerpo perfecto para el movimiento eugenista? Esta pregunta, él mismo la hace y la responde de la siguiente forma en la abertura del texto:

A quien pase los ojos por los ejemplares de la escultura clásica no puede dejar de atraer la atención para la estatua de Antinoüs, la ultima creación ideal del arte antiguo. Era Antinoüs uno de los más hermosos y robustos efebos, cuya estructura anatómica nos fue conservada por la estatuaria, el espécimen raro de fuerza física, pero de tan perfecta armonía en todas sus partes, que Poussin ya citaba la estatua como "el más completo modelo de las proporciones de la figura humana". Y no es solamente notable la estatua por la belleza plástica; representando el más perfecto ejemplar de vigor y elegancia que un ser humano podía realizar, la expresión graciosa del rostro en ella contrasta con la vigorosa complexión del cuerpo, y "en torno de la boca y del mentón (la afirmación es de Winckelmann) reina una hermosura verdaderamente ideal", que nos deja indecisos sobre que más admirar, si la perfección de la máscara graciosa y viril al tiempo o el vigor armónico de un cuerpo de atleta (Azevedo, 1920b: 5).

Antinoüs nació en Bitinia, región de Grécia, por los años de 110 d.C. Por haber sido designado al puesto de favorito del emperador Adriano, disfrutaba de los beneficios de vivir como su efebo y amante, en un tiempo donde la práctica de la pederastia ya declinaba en función de la ascensión del cristianismo en Roma. Antinoüs era descrito por su emperador como el tipo ideal de belleza masculina greco-romana: joven, viril, gracioso y un tanto melancólico, descripción imperial refrendada por el pueblo y legada a las generaciones futuras por la estatuaria.

En el año de 130 d.C., en uno de los viajes de la corte del emperador por el río Nilo, Antinoüs muere ahogado. Las causas de la muerte nunca fueron reveladas, pues Adriano impuso, y se auto impuso, el silencio como luto. Las hipótesis son muchas, entre ellas: simple accidente; suicidio motivado por el miedo de perder el lugar de efebo favorito; sacrificio inducido por Adriano (que venía sufriendo con la enfermedad que lo llevaría a la muerte ocho años más tarde), basado en la creencia de que el ahogamiento de un joven traería vida larga al emperador; sacrificio voluntario, por el mismo motivo de la hipótesis anterior (Villalba, 2002). Esta última tentativa de explicación parece haber alcanzado más adeptos, tal vez por ser la que mejor se ajuste a la atmósfera de magia, tragedia y misticismo que siguió su muerte.

Como forma de aplacar su dolor, Adriano procuró perpetuar la imagen de Antinoüs edificando una ciudad en su honra localizada en Egipto; acuñando monedas; estableciendo juegos y fiestas en su homenaje; construyendo templos; instituyendo cultos y sacerdotes propios, colocando su nombre en una constelación de estrellas, entre otras acciones. Antinoüs fue comparado a muchas divinidades: Osíris, Hermes, Dionísio, Apolo, Mercúrio; se tornó, según Mercedes Giuffré (2002), la última creación ideal del arte antiguo y el último dios del mundo clásico. Por vuelta del año 350 d.C. Atanásio reescribe la historia de Antinoüs sobre la óptica cristiana, destacando determinadas características y suprimiendo otras, dando a la historia una interpretación más moralizante. De cierta forma se va a compadecer con el destino trágico del joven y lo coloca en el lugar de esclavo del deseo de un emperador pervertido y obcecado por su propia imagen -algo que contribuyó para la constitución de una estética más "depurada" del mito (Villalba, 2002). El culto a la divinidad de Antinoüs perduró hasta aproximadamente el siglo V, período en que sucumbió a la fuerza del cristianismo.

El aura de misterio que rondó ese personaje interesó a autores como Oscar Wilde, Schiller, Goethe, Stefan George y ya en el siglo XX, Marguerite Yourcenar y Fernando Pessoa1. Y, en Brasil, Fernando de Azevedo, paradójicamente en su fase eugenista. Para Marguerite Yourcenar (1986), la iconografia de Antinoüs pasó nuevamente a interesar a arqueólogos desde que Johann Joachim Winckelmann en el libro Historia del Arte en la Antigüedad (1764) lo recondujo a un lugar importante en la historia del arte antiguo. Así, nada más allá de la sola curiosidad iconográfica, desvinculada de análisis sobre la vida o muerte del joven griego. Solamente alrededor de 1900 es que J. A. Symonds, en Sketches and Studies in Italy and Greece, comienza a romper con la imagen "depurada" de Antinoüs y con la tradición de biografías de Adriano que omitían ciertas referencias sobre la relación entre ambos, abriendo un abanico de perspectivas que producían diferentes versiones sobre el personaje, abarcando desde interpretaciones eugenistas, las de Azevedo, hasta las más recientes teorizaciones queer2.

Las referencias a Antinoüs a lo largo del texto de Fernando de Azevedo son mínimas y muy superficiales, se detienen exclusivamente en la estética corporal petrificada, pero son suficientes para apuntar las contradicciones de un discurso de cuño científico que se pretendía fundamentalmente moralizador. Aquí poco importa investigar si Fernando de Azevedo sabia o no de las diferentes versiones sobre la trayectoria de Antinoüs; importa, esto sí, analizar la constitución de un proyecto de cuerpo-nación inspirado en principios higienistas y eugenistas, que toma como modelo de virilidad un personaje misterioso e indeterminado, predicados incompatibles con la racionalidad científica moderna. La intención aquí no es establecer una verdad sobre los objetivos de la censura eugénica liderada por Fernando de Azevedo, pero sí tornar visibles, a través de los rastros de esas incontables versiones, algunos pasajes borrados de Antinoüs idealizado por Azevedo, bien como la relación de esos y de otros tantos significados que fueron suprimidos en nombre de un proyecto de disciplinamiento físico y moral que marcó la educación física brasileña en la primera mitad del siglo XX.

Los vestigios de Antinoüs

Ya en el inicio de siglo XXI el énfasis es otro. Del ajuste de diferentes morfologías y motricidades a un cuerpo padrón, como el propuesto por Fernando de Azevedo en Antinoüs, pasamos a una multiplicidad de cuerpos. El énfasis, antes concentrado en la reducción de las deformidades y en la ampliación de la funcionalidad orgánica, se torna más amplio y envuelve múltiples identidades culturales. Aquí la distinción no se encuentra en la rectitud de la postura o en la musculatura bien delineada, y si en la incorporación de estilos de vida que nos identifican con los grupos a que pertenecemos.

Deborah Lupton (2000) afirma que el creciente énfasis en la adopción de un estilo de vida cada vez más activo está íntimamente relacionada a la ampliación de las responsabilidades del sujeto en la administración de su propio bien-estar. Responsabilidades que están atravesadas en las prescripciones, informaciones y orientaciones pormenorizadas relativas a la promoción de la salud. Se espera, así, que el sujeto ejerza una especie de "auto-vigilancia sanitaria" y un rígido control sobre una serie de comportamientos clasificados como de riesgo: fumar, alcohol, obesidad, estrés, actividad sexual, padrones de sueño y uso de medicamentos.

En esa perspectiva opera una importante alteración en las formas de disciplinamiento hasta aquí tratadas, al contrario de la glorificación de un cuerpo padrón que sintetizaría la redención orgánica, como Azevedo intentó construir en Antinoüs, se parte para la patologización de determinados estilos de vida: gordo, ebrio, bulímico, drogado, fumante, insomne (Lupton, 2000). El control se torna descentrado y mucho más sutil, pues, con la categorización detallada de los factores de mala-salud, los sujetos están "libres" para hacer sus opciones de vida; en contrapartida, deben asumir los riesgos ocurridos por la adopción de comportamientos "poco cuidadosos". Ahora cada quien es responsable por su propia salud y condición física; todos están atados a su propia libertad de opciones.

Esta libertad de alternativas está estratégicamente asociada a la cultura del consumo, pues en un mundo donde la valorización de las leyes de mercado limitan las relaciones sociales, no hay más espacio para imposiciones de un proyecto de humanidad centralizado y represor, como pretendían higienistas y eugenistas. Ese espacio pasa a ser disputado por un complejo juego de persuasiones y coerciones en el interior de la tecnociencia contemporánea, en la cual los esfuerzos no están más direccionados al movimiento de "depuración" de los sujetos disolutos, pero si a las estrategias de interpelación que puedan capturar la "consciencia" de esos mismos sujetos.

Es así que la educación física contemporánea va a intentar rescatar su legitimidad perdida, reivindicando un lugar en medio de los presupuestos de la calidad de vida. Términos específicos como aptitud física y "performance" deportiva, que se encuentran tradicionalmente articulados al deporte competitivo, están siendo tomados como objetivos colectivos, vienen siendo agregados a las prácticas cotidianas y, finalmente, incorporados también a los currículos escolares. Al sujeto le cabe no sólo someterse a las actividades físicas, sino también estar bien preparado para administrar su propio condicionamiento físico. La tarea consiste en alentar a todos a que maximicen sus propios rendimientos, amplíen el capital-salud3 dentro de un margen mínimo de riesgo, es decir, una economía política del cuerpo saludable.

La promoción de actividades físicas va a establecer y a reiterar que el condicionamiento físico lleva inexorablemente a una buena salud, que basta con aprender a gerenciar una rutina de vida pautada por hábitos y actitudes saludables para que los contratiempos sean evitados. Pero, esa incuestionable premisa también sufre sus "ataques", como se puede percibir en el relato de un cardíaco convaleciente descrito en el texto de Deborah Lupton: "he hecho dieta regularmente [sic] y no bebo mucho. Soy muy activo... Los ataques no me deberían agredir. Soy tan joven. No fumo y soy muy saludable" (Lupton, 2000: 24).

Aquí no se trata de hacer apología de una vida disoluta, pero si de investigar cómo, por ejemplo, un cardíaco convaleciente puede sentirse traicionado por los hábitos "saludables" que adquirió? Cuáles son las premisas que permiten que él se reconozca como una persona "muy saludable"? Pero, antes de buscar cualquier respuesta, es preciso problematizar la hipervalorización del concepto fisiológico de salud/enfermedad, la radicalización de la estética con base en el modelo de la tecnociencia y la exposición del cuerpo como una mercadería descartable.

Ana Márcia Silva (2001) aborda con extrema sensibilidad la forma en que el campo biomédico fue fragmentando los conceptos de salud y enfermedad y reduciendolos al buen o mal funcionamiento orgánico, a tal punto que la enfermedad parece haberse tornado una cosa-en-si, separada del enfermo, pudiendo ser localizada de forma precisa en un determinado punto del cuerpo para, entonces, ser extraída como si fuese una entidad con vida propia. Como ella misma expone, "hay que considerar que la primera condición de la salud es el tener sentido de la vida; las formas de ser saludables pueden ser muchas y tan diferentes como los modos de ser humano" (Silva, 2001: 36).

Esa relación entre estilo de vida activo, saludable y mercado que viene dominado el campo de la educación física contemporánea, fue también objeto de estudio en mi tesis de doctorado (Fraga, 2006). A pesar de una serie de diferencias en relación al proyecto higienista y eugenista de inicio del siglo XX, es posible considerar este movimiento en torno de la vida activa como una especie de "neo-higienismo", pues también viene pautando la educación de los cuerpos y regulando la vida colectiva a partir de un sutil, pero eficiente moralismo de carácter científico.

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* Este artículo es resultado de una investigación que comencé a realizar en 1996 y que periódicamente he retomado y articulado con las investigaciones que vengo desenvolviendo (Fraga, 1996; 2003; 2006). El fue la base de mi ponência en lo "Primer Congreso Latinoamericano y Segundo Congreso Colombiano de Historia de la Educación Física", realizado en 2005 en Bogota, D.C.

1 Aquí es interesante resaltar que Fernando Pessoa escribe el poema Antinoo en 1915, siendo publicado en Lisboa en 1918, prácticamente en el mismo período que Fernando de Azevedo escribe Antinoüs: estudo de cultura athletica. Para el poeta portugués, Antínoo era el poema más obsceno que había escrito (Villalba, 2002).

2 "Este termino, con toda su carga de extrañeza y de sarcasmo, es asumido por una vertiente de los movimientos homosexuales precisamente para caracterizar su perspectiva de oposición y de contestación. Para este grupo, queer significa colocarse contra la normalización - venga ella de donde viniere. Su punto más inmediato de oposición es, ciertamente, la heteronormatividad compulsoria de la sociedad; pero no escaparía de su crítica la normalización y la estabilidad del movimiento homosexual dominante" (Louro, 2004: 546).

3 Ese término, lejos de ser una novedad, ya era encontrado en las proposiciones de Fernando de Azevedo (1920a, 1920b).

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