Educación Física y Ciencia, 2007, vol. 9, p. 119-133. ISSN 2314-2561
Universidad Nacional de La Plata.
Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación.
Departamento de Educación Física.

Artículo/Article

Intervenciones y estudios

Interventions and studies

Attilio Carraro

Universidad de Padua


Educar a través del deporte: una reflexión crítica
(Traducción libre de José Fotia.)

El empeño deportivo está usualmente connotado positivamente: del deporte se exaltan (como sabemos) los efectos benéficos sobre la salud, la dimensión socializante, la potencialidad educativa, pero solo raramente nos detenemos a reflexionar sobre la complejidad de este fenómeno. En este trabajo se lleva adelante una reflexión sobre los conceptos del deporte, educación física y tiempo libre y sobre los riesgos de una asunción acrítica de la ecuación deporte=educación. El asunto de base es que, mientras no es siempre posible una educación a través del deporte, puede ser necesaria una educación para el deporte.

Yo no he tenido mas la ocasión de ir al estadio, pero algunas veces he mirado el partido por la TV. Cuando el noticiero televisivo hace ver las imágenes de las revueltas que hacen en las esquinas -de la cancha- , pienso que las personas que mueren a menudo son inocentes y que podrían ser perfectamente mis amigos o parientes.

Para parar estas masacres se deberán aumentar los controles, construir jaulas para los ultras, con los barrotes muy estrechos, de modo de no poder tirar nada, en la escuela y en la casa los padres y los profesores deberán explicar a sus niños como hay que comportarse y convencerlos que ser violentos es equivocado.

(Eleonora, 2ª media. In R. Fanna, 2004)

1. Deporte: un fenómeno complejo.

En la sociedad contemporánea el deporte, desde cualquier perspectiva de análisis, se ha vuelto un fenómeno de grandísima complejidad y de enorme alcance social, económico, mediático y político. Autores como Ehrenberg se apresuran a decir que el deporte ya ha tomado el lugar de la escuela, volviéndose uno de los mayores referentes de la excelencia social y de la competencia "justa". (Ehrenberg, 1991).

En pocos decenios se ha pasado de una práctica elitista o cerrada, a una de masa, las inversiones públicas y privadas en estructura, instalaciones y equipos, están considerablemente aumentadas, el número de ocupados en el sector deportivo está en crecimiento constante, las noticias deportivas ocupan establemente en los medios fracciones de espacio y de tiempo que están solo raramente reservados a otras discusiones, los campeones del deporte son, a la par de los divos del espectáculo, personajes conocidos y celebridades y la política desde hace tiempo ha aprendido a usar el deporte (a articular los éxitos deportivos) como un potente instrumento de consenso. El deporte practicado y además frecuentemente defendido, hablado, se ha vuelto el principal lugar del tiempo libre y uno de los más importantes centros de agregación social, tanto en los países ricos, como en las áreas más pobres del planeta.

Diferentes indicadores subrayan estas tendencias: 1 en los últimos años se ha asistido a una rápida evolución de la tecnología (no siempre lícita) aplicada al deporte, a un continuo aumento de las performances competitivas en todas las disciplinas deportivas, a un progresivo crecimiento de la investigación en el campo de la actividad física.

En términos económicos el deporte representa un área en constante expansión (en el cual el flujo de negocios es por otra parte difícil de calcular con precisión); en el 1998, por ejemplo, la Comisión Europea, tomando un trabajo de S. Townley (1998), evidenció como en Europa, en un año, las esponsorizaciones deportivas generaron un volumen de negocios de 15 millones de dólares, mientras la venta de los derechos televisivos y la venta de entradas generaron un volumen de negocios respectivamente de 42 millones de dólares y de 50 millones de dólares.

Existe en las poblaciones de todas las edades la conciencia de las relaciones positivas entre actividad física y salud, entre bienestar psicofísico y estilo de vida activa. Pero se ha registrado también una disminución del número de los atletas de competencia (en Italia en los últimos diez años los inscriptos en las federaciones deportivas han disminuido a 1.513.523), una desvalorización de la dimensión de la corporeidad en la escuela, un estado de crisis de la educación física difundido en muchos países occidentales y un aumento consistente de la sedentariedad en la población adulta. Se estima que más del 60 % de los adultos en los Países industrializados desarrolla un nivel de actividad física insuficiente para traer beneficios para la propia salud (Neville, 2003), mientras la proporción de jóvenes de quince años que practican una actividad deportiva con una frecuencia suficiente para producir efectos a corto y largo plazo varía del 30 al 50 % en los varones y cerca del 20 % en las niñas (Pierón, 2003). Según la Organización Mundial de la Salud hay 30 millones de obesos en el mundo, el 45 % de los cuales son ciudadanos de la Unión Europea, y se estima que la media del gasto sanitario de los Países europeos es debido a problemas asociados con la obesidad y a la falta de movimiento (Barreiro da Costa, 2003).

Han aumentado los actos violentos fuera y dentro de los estadios. El EURISPES (2004) afirma que en el campeonato italiano de fútbol 2002-2003 los episodios de intemperancia grave han aumentado del 28 % respecto a precedentes relevaciones, mientras los lanzamientos de objetos contundentes o de artificios pirotécnicos han aumentado el 59 %, y los costos sociales y económicos debidos a daños causados por las hinchadas a bordo de los trenes, en la ciudad, en los restoranes, y en los estadios y por los despliegues de fuerza publica son ingentes.

De un lado, se advierte la exigencia primaria de aumentar la participación al mayor número posible de personas, por el otro, se debe constatar una realidad rica de contradicciones y de elementos negativos.

La complejidad del fenómeno deporte está solo raramente tratada en las reflexiones que se desarrollan en torno a este argumento (a menudo dirigidas a dimensiones de investigación especializada, si no hiper especializada), y la misma palabra "deporte", en la amplia acepción utilizada usualmente, lleva consigo una multiplicidad de significados y posibles contradicciones.

2. Deporte: un concepto controvertido.

La palabra deporte tiene muchos significados; se puede decir que indica una galaxia de fenómenos diferentes, una Gestalt que no puede ser reducida a la simple suma de sus múltiples expresiones.

El término deporte fue introducido al inglés del francés medieval y por siglos en Inglaterra el deporte indicó sobre todo la caza. Sucesivamente, en el siglo XX, lo mismo pasó con la difusión en el mundo de un cierto número de competencias y de encuentros reglamentados, en ingles llamados de modo omnicomprensivo deporte. De este término se han apropiado la mayor parte de las lenguas, que lo han incorporado después en sustantivos, verbos y adjetivos, aplicándolo a las actividades más variadas. .

Los historiadores del deporte han regularmente utilizado este término para indicar muchas actividades que existieron por milenios antes del nacimiento del término mismo. Es impreciso, por ejemplo, referirse a cierta actividad de los griegos antiguos con el término deporte, porque ningún observador contemporáneo de aquella actividad utilizó nunca la palabra deporte (Mandell, 1989).

Aun hoy no hay un consenso unánime sobre el significado que atribuirle a este término(ver a este propósito el cuadro inferior), tanto que frecuentemente se indica con deporte ya sea a la actividad competitiva (una competencia olímpica de salto en largo o un partido del campeonato juvenil de voleibol, por ejemplo), o a la experiencia recreativa con base en lo motor (una excursión en bicicleta al parque), actividad física ligada al mantenimiento de la forma (el fitness), a la actividad de educación física escolar y a diferentes comportamientos que poco o nada tienen que ver con el movimiento (por ejemplo vestirse deportivo, adquirir un auto deportivo o ser deportivo en el sentido de cualquier hincha de cualquier equipo o campeón).

DIVERSOS SIGNIFICADOS DE LA PALABRA DEPORTE

Según Pierre Larousse el término deporte deriva del antiguo francés <<desport>>, que significa diversión (...) En Gran Bretaña el término aparece sin embargo en el siglo XVI para indicar principalmente la caza (...) Cerca del siglo XIX el término indicará solo la actividad aristocrática del tiempo libre (...) y solo entre el ochocientos e inicios del novecientos asumirá el significado que le atribuimos hoy (Pivato, 1994).

Deporte (...) toda la actividad de competición del cuerpo humano según un conjunto de reglas, con objetivos manifiestamente o simbólicamente distintos de los aspectos esenciales de la vida (...) (Mandell, 1989)

Deporte: cualquier actividad física fuertemente estructurada y orientada al resultado gobernada por reglas, la cual comporta un alto nivel de empeño, que toma la forma de lucha con sí mismo o de competencia con los otros, pero que posee además algunas características del juego. El deporte puede requerir contemporáneamente ya sea el uso de la fuerza física vigorosa o sea el uso de la habilidad física relativamente compleja, de parte de los individuos cuya participación es motivada por una combinación de satisfacción intrínseca asociada con la actividad en sí misma o con recompensa externa ganada a través de la participación. (Oxford Dictionary of Sport Science & Medicine, 1998)

Deporte: El conjunto de los ejercicios físicos que se practica en grupo o individualmente, para mantener eficiente el propio cuerpo. Conjunto del ejercicios físicos en forma de juego, individual o colectivo, que obedecen a determinadas reglas. Hacer cualquier cosa por deporte: por divertimento, sin necesidad o recompensa. Del ingles deporte, del francés antiguo desport; deporte. (Dizionario Garzanti della Lingua Italiana, 1987)

El deporte incluye todas las actividades físicas que, a través de la participación espontánea u organizada, apuntan a mejorar la forma física y el bienestar mental, a crear relaciones sociales u obtener resultados en competiciones en todos los niveles. (art. 2 della Carta Europea per lo Sport, 1992)

Están sustancialmente confundidos tres ámbitos: el del deporte de prestación (el deporte competitivo en el cual está maximizada la búsqueda de la performance), el de la educación física y aquel del pasatiempo motor, del tiempo libre (relajación).

Una distinción entre estas tres áreas puede ser delineada basándonos sobre algunos elementos diferenciales (Carrazo, 2004):

Deporte:

- Es una actividad física que tiene elementos competitivos;

- Puede ser amateur o profesional;

- Presupone costos para su desenvolvimiento;

- Necesita implicación de otras personas mas allá de los atletas y de la específica estructura organizativa;

- Los participantes son incluidos o excluidos según su nivel de habilidad y de capacidad;

- No es raro que vallan espectadores a los eventos deportivos;

Educación Física:

- Está reglamentada por programas escolares nacionales;

- Es generalmente obligatoria en el currículum;

- Sus logros evaluados son transmitidos a los alumnos y a sus familias

- No prevé costos adicionales para los alumnos;

- Puede prever también actividades deportivas extracurriculares;

- Está generalmente centrada en el alumno más que en la prestación.

Pasatiempo motor, tiempo libre (relajación):

- Es un término de significado amplio, usado para describir actividad en la cual los participantes toman parte en su tiempo libre;

- Las motivaciones para la participación son varias: para relajarse; para mantener y promover la salud, para divertirse, para estar con los otros;

- Comprende actividad física generalmente no competitiva;

- No son indispensables estructuras organizativas;

- Los participantes no son necesariamente implicados en función de su nivel de performance, no reciben recompensas y la participación puede ser regular o salteada;

- No son implicados espectadores.

El riesgo de cada investigación en torno al deporte, como se ha señalado precedentemente, es el de asumir una visión partida, privilegiando una dimensión en perjuicio de las otras; hoy el peligro principal es el de enfatizar el modelo del deporte de alto rendimiento sobre todas las posibilidades diferentes de participación de actividad física.

Pensar sobre el valor educativo del deporte, y en consecuencia sobre sus dos posibles riesgos de una adhesión ciega al modelo deportivo institucionalizado, comporta recoger lo que Edgar Morín llama el desafío de la globalidad y de la complejidad. Evitando este pasaje nos arriesgamos a dejar invisibles los conjuntos complejos, las interacciones y retrocesos entre las partes y el todo, las entidades multidimensionales y, sustancialmente los problemas esenciales (Morín, 2000).

Distinguir entre deporte, tiempo libre y educación física no representa un estéril ejercicio semántico, no se trata de cerrar el razonamiento sobre etiquetas o sobre contenidos de la actividad, sino sobre todo pensar el contexto en el cual está propuesta y practicada y sobre los fines que se persiguen.

En muchos análisis sobre el deporte, la atención está casi exclusivamente puesta sobre el tipo de actividad, sobre la etiqueta: así hablamos de básquetbol y de voleibol, preferiblemente que de mini básquet o de mini voleibol. Además, cuando los expertos ofrecen consejos a los padres sobre la actividad que practicarán sus hijos, estos contienen casi siempre una "receta" con una etiqueta precisa: el nado antes del fútbol, la gimnasia artística antes que el judo, como si la "marca" garantizara la calidad del contenido o como si se estuviese en una suerte de "supermercado del deporte" con los estantes colmados de ofertas.

Pero no es suficiente declinar la actividad propuesta, practicada o seguida para atribuírsele o negársele valores educativos, no se puede decir que una disciplina sea mas "formativa" que otra o que, para dar un ejemplo, el deporte de equipo eduque más que una actividad individual o viceversa.

Para complicar aún más las cosas, puede suceder, y sucede a menudo, que en los tres contextos diferentes que delineamos (deporte, tiempo libre y educación física), sea practicada la misma actividad. Se puede jugar fútbol en el quipo que participa en el campeonato federal, pero también en la escuela o en el oratorio, pero no se puede ciertamente decir que en estas tres realidades sean perseguidas, a través del juego de fútbol, las mismas finalidades.

¿Cuál es ahora la dimensión crítica que es necesario asumir para interrogarse sobre el valor educativo del deporte?

Una prospectiva útil de análisis puede ser aquella ecológica, que presta gran atención al conjunto de referencias y a las relaciones entre las partes antes que a sus componentes separados (McNamee, 2003).

3. Educar a través del deporte vs. educar para el deporte.

Asumir acríticamente la ecuación Deporte igual Educación (operación que legitimaría cualquier tipo de práctica, prescindiendo del contexto de referencia) representa, en una prospectiva ecológica, un gran riesgo.

El deporte no es siempre educativo y no siempre posible una educación a través del deporte, pero puede ser preferiblemente siempre necesaria una educación para el deporte.

El modelo deportivo institucionalizado (aquel que se refleja en el deporte de alto nivel en el cual se privilegia el rendimiento, el resultado y la competición) no lleva en sí, axiomáticamente, un valor educativo.

El deporte de alto nivel, inevitable término de comparación para los practicantes de todas las edades, niños y adultos, ha sido por mucho tiempo un potente instrumento que omite, y tal vez anula, a los que están comúnmente reconocidos como los valores universales del deporte: el deseo de mejorarse, la búsqueda de la excelencia atlética, el espíritu de sacrificio, el respeto de sí mismo y de los otros, la confrontación leal, el respeto por las reglas, el sentido de grupo.

Numerosísimos hechos de la crónica testimonian como el deporte de alto nivel no ofrece, éticamente, una imagen positiva de sí. No obstante, se concuerda generalmente sobre el hecho de que el deporte enseña valores, pero el contenido de estos y si ellos son positivos o negativos no es automático, sino depende de cómo el deporte es practicado, jugado, pensado y enseñado (Morgan, Meier e Schneider, 2001). Investigaciones autorizadas (Bredemeier, 1994; Goncalves, Carreiro da Costa e Piéron, 1999) demuestran como los valores del deporte unánimemente reconocidos (primero el fair play que incluye en sí el sentido de la virtud refinada a través del deporte), están desatendidos en muchas competencias, y como, a medida que crece el nivel de la competición y la experiencia de los atletas, aumentan fenómenos como la violencia física y verbal en las confrontaciones con el adversario y con el árbitro y la simulación y el reclamo indiscriminado a todo posible instrumento, aunque sea ilícito, para poder vencer.

La review de la literatura científica sobre el fair play realizada por Goncalves y colaboradores pone en evidencia como:

- Con el aumento de la edad, de la experiencia, del número de años de práctica deportiva y el diferente nivel de competencia, los comportamientos agresivos son mayormente aceptados y tolerados por los participantes;

- La interiorización y la apropiación de los valores morales son menores en los practicantes respecto a los no practicantes;

- "Ganar a cualquier costo" es preferido por los practicantes de deporte competitivo, a diferencia de aquellos que practican una actividad deportiva recreativa.

Los mismos autores, basándose sobre las relaciones entre diferentes situaciones-estímulo que se verifican durante una competencia, han realizado un estudio con el objetivo de analizar la jerarquía de valores en grupos de jóvenes practicantes y no practicantes de actividad deportiva. Los resultados de los dos grupos demuestran que los practicantes están mayormente de acuerdo con la idea de que:

- Es correcto protestar contra las decisiones del árbitro;

- Cometer "falta" es aceptable, con tal que el árbitro no vea;

- Es perfectamente aceptable obtener ventajas a través de la utilización de comportamientos agresivos;

- Es preferible vencer utilizando medios ilícitos, preferiblemente, a perder respetando los principios del fair play;

- Los que respetan las reglas del fair play no serán más practicantes con éxito.

Esta postura, tomando las palabras de un reciente ensayo de Perinola (2004)2, puede ser definida como subcultura de la performance. En el modelo deportivo institucionalizado, el aspecto energético está enfatizado al máximo grado y el estilo de vida que está asociado está caracterizado por la búsqueda, a cualquier costo, de siempre nuevos records y obstáculos a superar.

¿Cuáles son ahora las raíces de un deporte positivo?

4. Redescubrir la dimensión educativa del deporte

Está fuera de dudas que el deporte forma el carácter porque es rico en elementos competitivos, se apoya sobre lo físico, y emotivamente compromete e impulsa a la persona a buscar sus propios límites, pero no están garantizados que los trazos caracteriales que el deporte forma sean todos positivos. Los héroes del deporte, asumidos como modelos de tantos niños, han demostrado en más de una circunstancia que aquello que cuenta no es la competición en sí, sino más bien el resultado final (vencer a cualquier costo) y la ventaja personal que se puede sacar.

En las recientes Olimpíadas de Atenas se han llevado a las candilejas de la crónica más de un caso de atletas, también de máximo nivel, que han traicionado el espíritu olímpico recurriendo a prácticas ilícitas para mejorar sus prestaciones.

Liquidar la cuestión otorgando valores positivos al deporte "por amor", amateur -que sería la cuna del fair play y estaría desprovisto de intereses materiales externos-, y cargar de valores negativos al deporte profesional de alto nivel, donde lo que cuenta antes de cualquier otra cosa es el negocio, sería muy simple y, sobre todo, estaría sustancialmente equivocado.

El fair play y un buen deportista pueden ser ciertamente compatibles con el deporte de elite profesional; un partido o una competencia ganada con un truco o con una estafa non son realmente vencidas en cualquier nivel que se juegue, y también donde el deporte es principalmente espectáculo e iniciativa económica la integridad no puede jamás ser comprada.

A cualquier nivel que se practique, el deporte está sujeto a reglas, valores y convenciones, en una sola palabra al fair play.

El deporte, a diferencia de la actividad física recreativa, comprende la competición, que para ser tal debe ser leal, sin trucos y sin estafas. La esencia de la competición deportiva es ser abierta: un atleta puede ser el primero en idear una nueva técnica o una nueva estrategia, pero en el mismo tiempo en el que este la usa otros competidores están libres de probar aquella misma estrategia y de usarla a su vez en la competencia para sacar ventaja.

La competencia real requiere que cada jugador y cada equipo utilicen la técnica y la táctica permitidas por el reglamento; el deporte puro permite a todos los rivales demostrar la propia habilidad y permite vencer al jugador con las mejores habilidades, que se empeña más y que es más creativo. (Butcher e Schneider, 2001).

Recuperar el deporte con una dimensión educativa significa orientar toda la serie de decisiones y de comportamientos en los diferentes niveles: los del practicante individual, los de las diferentes figuras que rotan en torno al mundo del deporte (entrenadores, instructores, educadores, dirigentes, árbitros, familia, periodistas, público), y las de aquellos pertenecientes a la administración pública.

Surgen tres grandes prioridades:

1. La necesidad social de aumentar siempre el número de los practicantes en todas las edades, a través del mejoramiento de la accesibilidad a la propuesta deportiva y por el redescubrimiento fundamental de la dimensión lúdica.

2. La necesidad de encontrar criterios para la distribución de los recursos, en particular de los recursos públicos, que hoy están en buena parte "drenados" por el deporte de alto nivel y por los fenómenos que gravitan en torno del mismo (ver por ejemplo, las medidas de seguridad dentro y fuera de los estadios).

3. La necesidad de revalorizar y de potenciar, en términos cualitativos y cuantitativos, la educación física escolar como momento participativo fundamental para el crecimiento de personas físicamente educadas. Un individuo físicamente educado es aquel que ha aprendido las habilidades necesarias para participar en una amplia variedad de actividades físicas, que está físicamente en forma, participa regularmente de actividad física, conoce las implicancias y los beneficios ligados al empeño en la actividad física y valoriza la actividad física y su contribución a un estilo de vida activo (AAHPERD, 1992).

Un ejemplo lejano, pero solo geográficamente de nuestra realidad, puede servir para subrayar los precedentes pronunciamientos: mientras en la segunda mitad del año noventa el gobierno australiano asignaba 289 millones de dólares para la preparación de los atletas olímpicos del propio país en vistas de las Olimpíadas de Sydney 2000, contemporáneamente se dirigía a cerrar una política de corte económico para la escuela que comportaba entre otras medidas, la reducción de las horas de educación física (Hardman, 1998).

No pueden ser suficientes la contabilidad de los éxitos deportivos, la dimensión de la vitrina de los trofeos o del medallero deportivo para decretar la salud del movimiento, sea en una sociedad deportiva local o una federación nacional, pero es necesario preocuparse de aquello que podemos definir como los indicadores globales del sistema. Entre estos, describiéndolos sintéticamente, están incluidos:

- El número de los practicantes, sea absoluto, sea referido a las diferentes franjas de la población, y en términos porcentuales respecto al número de personas que gravitan sobre un cierto territorio;

- Los indicadores del abandono, ya sea en las categorías juveniles, ya sea concerniente a los programas de actividad física para los adultos (Lippke, Knäuper e Fuchs, 2003);

- La posibilidad de construir "series históricas", esto es, crear los presupuestos para que se pueda continuar frecuentando el gimnasio o el campo deportivo en diferentes momentos de la vida: de niños, de adolescentes, de adultos maduros y - ¿porqué no?- hasta la vejez;

- La medida tomada en función de una democratización del acceso a la propuesta deportiva, sea referida a los costos a sostener, o respecto a la integración de las personas con discapacidad y de los inmigrantes.

Dos parejas de palabras claves nos pueden orientar en este pasaje: excelencia-inclusividad y proceso-producto. No se trata de dos pares antinómicos, en los cuales una dimensión excluye la otra, sino de elementos complementarios de un mismo recorrido que tiene como finalidad la promoción del deporte y de su valor pedagógico.

Operar en función de la excelencia significa permitir a aquellas personas que tiene el mayor potencial para sobresalir hacer de la experiencia deportiva el área de éxito personal (debemos llamar la atención sobre este concepto, porque si la dimensión de la excelencia, que conlleva inevitablemente la selección de talentos, es la única practicada en la sociedad deportiva, esto significa la progresiva exclusión y el alejamiento de los que demuestran calidades no excelentes).

Orientarse sobre la inclusividad significa permitir a todos los que se aproximan a la práctica deportiva alcanzar un nivel básico de habilidad técnica, probar el placer en el empeño y en el esfuerzo producido y no ser excluidos en cuanto "menos aptos"

Excelencia e inclusividad no deberán ser recortadas como elecciones alternativas en la política deportiva o escolar (como parece verse, sobre una deportivización de la actividad física escolar), sino como necesarias y fundamentales medidas complementarias.

Todos aquellos que ven el principal valor del deporte en el proceso de su enseñanza estarán probablemente cerca de una aproximación que considera el deporte mas bien como un medio que como un fin, y a la experiencia deportiva como un vehículo para alcanzar importantes finalidades educativas, en gran parte derivadas de manera extrínseca al deporte mismo, como por ejemplo la socialización, el respeto por sí mismo y por lo otros, el respeto de las reglas y de los estilos de vida saludables.

El objetivo de quienes sostiene el producto será, en vez, la búsqueda de la performance de alto nivel; la calidad en este caso deberá ser claramente medible y juzgable, con criterios precisos en su interior (normas), evitando condicionamientos y solicitaciones que pueden provenir del exterior: pensemos por ejemplo en las presiones de los sponsors que invierten sumas consistentes en un atleta.

El desafío de una educación a través del deporte se juega, en mi opinión, de estas dos polaridades, en la búsqueda de un equilibrio que, si bien no es fácil de encontrar, no es por esto irrealizable.

Bibliografía

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1 Para una reseña sobre las fuentes de datos y las indagaciones estadísticas sobre el deporte en Italia, ver el Rapporto 2002 redactado por el Departamento de Estadística de la Universidad La Sabiduría de Roma y de la Oficina de Documentación e Información del CONI. Para orientarse respecto a las líneas de acción de la Comunidad Europea en el campo del deporte ver el documento The development and prospects for community action in the field of sport, Brussels, 1998.

2 Esta dimensión de absoluta competitividad (...) no se acompaña a un redescubrimiento de la individualidad, de la singularidad, de la creatividad subjetiva: no entra en conflicto con el considerado sentido común igualitario, porque constituye un proceso perfectamente impersonal (...)la tonalidad de base de la cultura de la performance no esta orientada sobre el logro del placer, sino sobre e mantenimiento de la excitación (...) es una especie de estado eufórico mas vecino a una adicción, a una dependencia, que a un sentimiento íntimo. (Perniola, 2004, pp. 14-15)

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