Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación, UNLP
Este trabajo es el resultado de algunas reflexiones que surgieron como consecuencia de haber cursado el seminario Teoría de los Juegos en la Maestría en Educación Corporal en el primer cuatrimestre del año 2001 en la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (Argentina). También fue la base de una conferencia en el VIII Encuentro Nacional y III Internacional de Investigadores en Educación Física celebrado los días 19 y 20 de octubre de 2001 en el Instituto Superior de Educación Física "Prof. Alberto Langlade", Montevideo, República Oriental del Uruguay. Para esta publicación he tenido en cuenta algunas oportunas observaciones de Ricardo Crisorio, aunque no todas, hecho que me deja como deudor.
Creo necesario aclarar que el tema "juego" o "jugar" no forma parte de mis intereses y problematizaciones; nunca tuve claro acerca de qué conceptos encierran esos rótulos, aunque este hecho debería constituir suficiente aliciente para una indagación. Considero importante confesar que es un contenido que siempre me asusta. Es decir, me preocupa no poder hablar seriamente sobre el mismo sin salir de los lugares comunes.
En el seminario me encontré con la desilusionante sorpresa de que los temas no habían superado el nivel de los problemas tradicionales sobre el asunto -que si es natural o cultural; que cuanto de uno y cuanto de otro; que si con el juego se aprende, etc. Me pareció que treinta años se detuvieron en la máquina del tiempo no obstante el abundante material bibliográfico actualizado con que contamos.
La consigna, para aprobar el seminario, consistía, en primer lugar, en realizar una observación no participante, durante un período no menor a cuatro horas, a sujetos en actividades a las que habitualmente se las denomina "juego". No había restricciones respecto a la edad de los actores ni sobre el lugar en el que se desarrollaría la observación. En segundo lugar había que desarrollar un marco teórico con el cual sostener un tercer momento, que era un análisis de lo observado.
Breve descripción del lugar de la observación
El sitio es uno como tantos pueden existir en barrios periféricos de una ciudad. Como característica singular podemos citar que, en este caso, se trata de una ciudad con un conglomerado humano fruto de los procesos inmigratorios y migratorios, que en algún momento tuvo una actividad pujante vinculada a los frigoríficos ingleses, al puerto, a YPF y a una cantidad importante de pequeñas industrias y talleres contingentes a las actividades "mayores". Pero esto es el pasado. El presente es el de una ciudad dormitorio en la que sus habitantes trabajan -los que trabajan- en otros lugares, salvo algunos empleos en los comercios y talleres locales.
Mi casa, uno de los puntos de observación, se encuentra en una esquina sobre una avenida con mucho tránsito, y tiene mucho fondo que da a la avenida; sobre la misma, en la esquina que está enfrente, hay una peluquería con kiosco, a su lado una verdulería y, pegado a ella, un taller de reparación de motores eléctricos. La tercer esquina corresponde a una casa de familia y la cuarta a un ex-negocio, esto es, persianas bajas. Treinta metros más allá de este ex-negocio, sobre la calle perpendicular a la calle principal, hay un taller mecánico donde, con cierta frecuencia, voy a conversar y tomar mate y donde, de tanto en tanto, se hacen asados. Frente a este taller existe un terreno baldío, de los últimos que van quedando en esta zona. Este retrato posiblemente sea casi una pintura similar a tantas esquinas de tantos barrios.
La única diferencia es que entre esta esquina -la de las persianas cerradas- y el baldío se desarrollaron las acciones que han motivado las observaciones para este trabajo.
Breve comentario sobre los sujetos observados
Se trata de jóvenes cuya edad promedio ronda los 16 y 17 años. En general se encuentran finalizando la última etapa del Polimodal. Constituyen un grupo sumamente heterogéneo a primera vista, lo que puede ser explicado por la mezcla de tipos, producto, como decíamos antes, de las diversas migraciones e inmigraciones. Rubios y pelirrojos de piel muy blanca por un lado, y distintos tonos mate, por otro, quizás sean las "marcas" de sus respectivos orígenes. Las costumbres de sus familias mantienen tradiciones culturales de su procedencia (albaneses, eslavos, rusos, ucranianos, búlgaros, croatas, árabes, polacos, etc., además de los consabidos españoles e italianos junto a santiagueños, chaqueños, correntinos, entrerrianos). No obstante lo cerrado de las diversas colectividades (sobre todo las extranjeras), en las nuevas generaciones se pueden observar claramente hábitos, costumbres y códigos comunes pero, a la vez, distintos de los de sus respectivas colectividades. También en las estructuras somáticas se puede observar gran diversidad: altos y bajos, delgados y algo obesos (aunque no se ven problemas importantes de obesidad). No es difícil, luego de un cierto tiempo, definir quiénes se comportan, según tipificaciones tradicionales, de manera "agresiva", quiénes son "tranquilos", quiénes "conciliadores", etc.
Desde una perspectiva social, la mayoría son representantes de esta clase media y media baja que sufre los embates de la crisis. Algunos son hijos de desocupados, de familias donde el padre hace algunas changas, alguno tiene un empleo subvaluado, y con eso viven y conviven. Algunos de estos jóvenes han dejado sus estudios.
Como último comentario en este apartado creo que es interesante expresar que es un grupo que desde edades tempranas se reúne y realiza acciones grupales (¿lúdicas?) en los mismos lugares. Me doy cuenta que los he mirado durante años pero recién ahora los veo.
Un comentario general previo a exponer las observaciones
El lugar habitual de reunión del grupo es la esquina del ex-negocio. Todos los días, durante años, al menos algunos de los miembros de este "clan", fuera de sus horarios de colegio, cumplen religiosamente con el hábito de "estacionar" allí. Pasan prolongados momentos sentados conversando; a veces veo algunos empujones y también escucho que algo dicen y gritan a las chicas que pasan caminando o en bicicleta. Es en esos momentos cuando comentan las "hazañas" del fin de semana anterior y programan el próximo. También organizan su partido de fútbol que, en el baldío frente al taller, juegan, salvo contratiempos climáticos, todos los sábados.
Los puntos de observación son tres: dos desde mi casa (un ventanal que da a la avenida y un tapial en el patio), y el restante desde el taller frente al baldío. Cuando en la calle hay mucho movimiento veo lo que hacen pero, en ciertos momentos (la siesta y la noche), logro escuchar, de manera parcial, lo que dicen. El resto es sólo fruto de mi imaginación.
La observación propiamente dicha
El período vacacional en el sistema educativo de la Provincia de Buenos Aires favoreció, en este caso, mis posibilidades de observación.
Miércoles, 13,30 horas. Tiempo templado, seminublado, es decir, un día agradable. Estaba todo muy tranquilo, los negocios cerrados y poco tránsito. Llega el primero. Vive a unos veinte metros más allá del taller y casi justo frente al baldío. Usa vaquero desflecado y una remera de manga larga que tiene cierta antigüedad. Es algo rellenito, rubio de pelo crespo, y siempre tiene aspecto de estar transpirado. Llega y se sienta, mira para todos lados. Pasan cinco minutos y demuestra gestos de impaciencia. Hurguetea con los dedos en su nariz y con eso parece entretenerse. Poco después, el segundo (Gabi, complexión normal, cabello rubio apagado, del tipo mezcla entre inmigrante búlgaro y criollo), que aparece velozmente en su bicicleta. Frena bruscamente a cinco centímetros del rubio. Desde casa escuché:
- Gordo: ¡Pará, bo......! ¡casi me chocás!
- Gabi: ¡Avisá, gordo! si te choco se me rompe la máquina.
- Gabi: ¿No vino nadie más?
- Gordo: Si, bo......, los tengo en el bolsillo.
Gabi deja la bicicleta tirada en el suelo en la misma posición en que había llegado, es decir, atravesada y ocupando gran parte de la vereda. Obviamente los escasos transeúntes debían hacer un cierto rodeo para poder pasar. La gente pasa, los mira de reojo y no dice nada. Se sientan juntos pero no se escucha lo que dicen. Luego de unos momentos se escuchan unos gritos, ellos se dan vuelta y se ve que vienen caminando otros dos, juntos (Choco, grandote y de piel oscura; Tete, muy delgado, de estatura mediana. Siempre están juntos). Llegan y se sientan en el suelo al lado de los otros.
- Gabi: che, bo... (dirigiéndose a Choco): ¿es cierto que el sábado te transaste a la Gisela?
- Choco: cierto, bo...., preguntale a éste (señala a Tete)
- Tete asiente y dice algo.
Fue lo único que pude escuchar claramente; Gabi y Choco encendieron sendos cigarrillos; luego entraron en un cuchicheo que no logré entender, salvo algunas palabras sueltas (baile, remera, cerveza). En un determinado momento veo que sacaron de algún lado naipes y se pusieron a jugar al truco. Comenzaron intercambios verbales propios del juego, pero escuché sólo algunas frases sueltas:
- Hacé señas, bo..., no ves que soy pie.
- ¡¡¡Real Envido!!!
y distintas discusiones, según creo, referidas al juego.
En los próximos 20 minutos llegaron once jóvenes más (no sigo describiendo detalles que llevarían mucho espacio y que, al efecto de este trabajo, quizás no sean significativos). Seis llegaron en sus bicicletas, uno en su bicicleta pero transportando a otro y el resto a pie. Los cuatro primeros seguían en el partido de cartas y no parecían tener interés en distraerse. Uno de los que llegaron a pie desparramó las cartas y dijo:
- ¡Che, dejense de joder con las barajas! ¡Vamo a hacer un fulbo!
- Choco (se levanta enojado empujando al que movió las cartas): ¡Rajá, bo....! ¿no ves que estábamos por terminar el partido? ¿Te crees que.... (no logré escuchar más).
El ambiente me pareció de enfrentamiento. Tete y dos de los que llegaron último evitaron que el conflicto se ponga peor. Al ratito se los veía discutir; algunas palabras sueltas (pelota, vamos, equipos) eran señales de que estaban organizando un partido de fútbol. El Gordo se fue rápido hacia su casa y el resto al baldío. Al ratito el Gordo vuelve portando una pelota de gajos azules y amarillos. Aproveché ese momento y me crucé hacia el taller. Por las actitudes parecía que se estaban formando los equipos. Como no escuchaba lo que decían me acerqué hasta el borde de la "canchita". Las miradas de algunos de ellos me hicieron entender que estaba pisando terreno ajeno. Volví al taller, preparé el mate y volví hasta la vereda. El mecánico (mi amigo Vicky) estaba fuera del taller reparando los frenos de un auto lo que me posibilitó estar ahí sin despertar sospechas.
Se los veía en una discusión. Por las actitudes y los gestos parecía que el tema era que ninguno de los dos equipos quería a uno de los muchachos. Al final negociaron, pasó uno de un equipo a otro (aparentemente para compensar) y quedaron en paz. Los arcos se "construyeron" con buzos de los mismos jugadores. No pareció que discutieran las reglas y, a pesar de que era número impar ninguno hizo de árbitro. Comenzaron jugando ocho contra siete. Durante un rato el partido transcurrió con bastante normalidad, aunque con interrupciones y discutiendo algunas jugadas. Lo primero "anormal" fue una zancadilla algo fuerte que Choco le hizo a Maxi quien, a su vez, intentó una reacción pero se quedó quieto cuando Choco le dijo algo mientras se sonreía (Maxi fue quien desparramó las cartas). La actividad prosiguió con las alternativas que habitualmente ocurren en ese tipo de encuentros.
En un determinado momento se detuvo el partido más de lo normal y los vi discutir acaloradamente. Los gestos me hicieron suponer que el tema giraba en torno a una "mano" que algunos interpretaban haber sido intencional. No parecía que pudieran ponerse de acuerdo. Uno de ellos nos gritó:
- ¡eh... don...! ¿me dice la hora?
Se la dije: cuatro y diez. Me pidió que les tome el tiempo que demoraban. Comenzaron a apaciguarse e instantes después, luego de unos cabildeos, decidieron hacer un "pique". Preguntaron nuevamente la hora y les dije: cuatro y catorce. No escuché lo que se decían entre ellos.
No pasó mucho tiempo y llegó un chico de alrededor de diez años, que se acercó al borde y gritó:
- ¡Maxi!, dice má que vayas pa' casa
Maxi hizo un elocuente gesto haciéndole entender que no lo moleste. El chico le gritó:
- ¡Le voy a decir a má que no querés ir!
Maxi hace un gesto de desagrado, pronuncia algo inentendible y comenzó a irse. Se escucha:
- ¡andá, maricón!
- ¡hay!, la mamita lo llama al nene
y otros parecidos
Maxi se da vuelta, hace un gesto con sus partes pudendas y se retira junto a su hermano.
Hasta ese momento el resultado del "picado" era un empate en dos goles. El partido continúa con un trámite similar a lo transcurrido hasta ese momento. Al rato uno de los jugadores haciendo varias gambetas y superando rivales logró llegar casi hasta la línea final, tiró un centro y Choco, de cabeza, hizo el gol. Lo festejaron tirándose sobre él y cayendo todos juntos. En los festejos de los goles observé que la modalidad era imitación de los que se ven por televisión. El partido terminó tres a dos con las habituales cargadas de los vencedores a los otros.
Recogieron la ropa que habían dejado en el suelo y se trasladaron a un borde de la "canchita", por suerte en el lateral más cercano al taller, que es donde queda algo de pasto; ahí se secaron la transpiración con sus remeras y se acostaron un rato casi sin decir palabras. Luego noté que se iban recuperando ya que algunos se sentaron y comenzaron a conversar. Por la distancia pude escuchar bastante bien lo que uno decía:
- Alguien: Che, Choco, ¿prendemos un pucho?
- Choco: No, no tengo.
- Alguien: ¿Juntamos treinta guitas y compramos en el kiosco?
Lograron reunir algunos centavos y compraron tres o cuatro cigarrillos en el kiosco de la esquina, los prendieron y los fueron pasando entre los que fuman (la mayoría). Ya apaciguados comenzaron una conversación que giró en torno a la salida del próximo viernes. Ya el sol había comenzado su ocaso; los dejé y volví a mi casa. Como observación adicional se puede agregar que esa misma noche, como era cálida, ya bañados y, según creo, cenados, se reunieron nuevamente en la esquina. Se podía ver bastante gente por la calle pues como había habido jornadas bastante frías, aprovechaban para salir. Algunas chicas caminaban y otras andaban en bicicleta. Lo que merece un comentario es el cambio de talante en el grupo, ya que adoptaron una actitud seductora frente al tránsito de las chicas del barrio.
A modo de confesión teórica (el problema epistemológico)
Esta idea -confesión teórica- está tomada de Paul Willis1 , quien observa que no existe una forma ateórica para conocer un objeto de estudio. Este solamente se puede percibir y entender a través de una "organización interna de los datos, mediada por constructos conceptuales y formas de ver el mundo" y que al final se establece sobre un objeto que "dice tanto acerca del observador como del objeto mismo". Está la posibilidad de leer en reversa "para descubrir y explicar la conciencia, cultura y organización teórica del observador".
Esa organización incluye actitudes hacia el mundo social en el cual transcurre la búsqueda o la investigación que debería posibilitar, por ejemplo, una explicación de por qué se han seleccionado ciertos hechos y omitido otros para la investigación.
No es mi intención, en este trabajo, abundar acerca de las diferencias existentes entre las ciencias sociales y las ciencias naturales; hay mucha bibliografía al respecto. Pero quizá sólo a modo de prevención, por una tendencia a la búsqueda de respuestas de tipo universal, puede ser necesario recordar que, como sostiene Goldmann2 , mientras las ciencias positivas estudian hechos externos al hombre, las ciencias sociales estudian las acciones humanas propiamente dichas, lo que significa no sólo una diferencia de grado sino de naturaleza entre ambos tipos de ciencias. Otro motivo, pero vinculado al anterior, es que, en las ciencias del hombre, la distinción entre el sentido común y el pensamiento científico es imprecisa y la frontera entre ambos se presenta, a menudo, muy difusa, apareciendo un sentido común científico. Por ello se hace necesario, en las ciencias sociales, siguiendo el pensamiento de Bourdieu, ejercer una fuerte "vigilancia epistemológica". En las acciones humanas lo que hace el investigador es una interpretación de lo que inicialmente interpretó el actor, hecho conocido como "doble hermenéutica".
Respecto al conjunto de acciones -muy diversas entre sí- que reciben el nombre de juego sucede lo mismo que con las referidas al rótulo Educación Física. Bajo este nombre se designan actividades totalmente disímiles entre sí. Quizás sea más correcto hablar de prácticas corporales, de una cultura de lo corporal, de las cuales las políticas de estado, sobre la base de ciertas representaciones sociales, han seleccionado algunas (y despreciado otras) a las que consideran que poseen contenidos educativos -deporte, juego, gimnasia, actividades al aire libre-. Pero al igual que con el/los juego/juegos, los contenidos de la Educación Física no tienen propietario. Filósofos, sociólogos, psicólogos, educadores, etc., todos toman posiciones respecto a estos temas. Exactamente lo mismo sucede con el cuerpo: no tiene dueño.
Sin embargo resulta bastante habitual comparar distintas teorizaciones en cualquiera de esos campos olvidando que los desarrollos teóricos dentro de cada episteme, y cada tradición epistemológica dentro de cada episteme, han respondido a preguntas distintas. O sea, cada cuerpo teórico responde a alguna pregunta -o preguntas- distinta de la de los otros campos. Eso las convierte, siguiendo al primer Kuhn, en inconmensurables. Este hecho, al menos en Educación Física, suele ser omitido, lo que ha conducido a elucubraciones, discusiones y tomas de posición a partir de creencias que ponen en un mismo plano a expresiones de diversas epistemes. Es decir, se cree que, desde cada una de las ciencias, se contesta a la misma pregunta. Cuando el psicoanalista se pregunta ¿qué es el juego? lo hace en función de intentar comprender fenómenos distintos de los que un sociólogo procura indagar.
En Educación Física se ha intentado comprender problemas complejos, como es el caso del juego, desde el sentido común y el lenguaje común; cuanto más desde la doxa científica. A eso le podemos agregar que, en general, se han buscado respuestas pero no se ha problematizado a partir de preguntas. Se han tomado distintas teorías y se ha encorsetado la realidad, tan compleja como es, en alguna de esas teorías. En este sentido son válidas las apreciaciones que hace Bourdieu3 :
"La preocupación por la definición rigurosa es inútil, e incluso engañosa, si el principio unificador de los objetos sujetos a definición no se sometió a la crítica. Como los filósofos que se lanzan a la búsqueda de una definición esencial del ‘juego', con el pretexto de que la lengua común tiene un único sentido común para ‘los juegos infantiles, los juegos olímpicos, los juegos matemáticos o los juegos de palabras', los sociólogos que organizan su problemática científica en torno de términos pura y simplemente tomados del vocabulario familiar, se someten al lenguaje de sus objetos creyendo no tener en cuenta sino el ‘dato'".
Otro de los hábitos propios del sentido común y de la doxa científica, al menos en el campo de la Educación Física, es la búsqueda permanente de continuidades (comprender al adolescente en el niño, al adulto a través del adolescente y el niño que fue, etc.; explicar ciertos juegos por actividades parecidas en el pasado o en otros lugares, etc.) propio del pensamiento de la modernidad. Los aportes de los últimos 25/30 años y las nociones de discontinuidad, deconstrucción o ruptura, por ejemplo, deberían posibilitar aperturas en direcciones no habituales.
Alguna producción teórica sobre el tema juego
De todas maneras, referido al tema del juego, se ha desplegado un interesante campo teórico del que recortaré algunas menciones que me han resultado interesantes por ser paradigmáticas.
Sutton-Smith4 , por ejemplo, piensa que "...los intelectuales de nuestra cultura occidental se han referido al juego en forma sistemática y científica y se han hallado en dificultades para encasillarlo dentro de un marco conceptual". "Diferentes disciplinas académicas despliegan un interés marcadamente diferente en la definición conceptual del juego". "Por ejemplo, biólogos, psicólogos, educadores y sociólogos tienden a enfocar al juego como fuente de crecimiento, desarrollo y socialización. Teorizadores de la comunicación nos indican que el juego es una forma de comunicación que precede al lenguaje mismo en la evolución del hombre, porque también lo podemos encontrar en todo animal".
Linaza y Maldonado5 , refiriéndose al juego, dicen "...no siempre se le ha concedido el mismo estatus como tema específico de investigación psicológica". "Debido a la gran variedad de actividades que se incluyen bajo el concepto de juego -desde las tempranas manipulaciones de objetos de la cuna, pasando por todo tipo de juegos de ficción (mamás, vaqueros), hasta los juegos de reglas complejos como el ajedrez- algunos autores han llegado a proponer el abandono mismo del concepto de juego por considerar que no tiene entidad para sus fines científicos. Por el contrario otros investigadores señalan que el juego es un concepto clave y necesario para poder explicar el desarrollo de los organismos jóvenes en muchas especies, y en especial en el caso de los humanos. En lugar de abandonarlo, el tema del juego ha logrado atraer una gran cantidad de investigadores desde distintas áreas de conocimiento".
Vidart6 , a su vez, plantea que, "en efecto, el juego se desenvuelve en la grieta abierta por la libertad, en el muro de las necesidades... el juego es creación, espontaneidad, es invención de mundos inéditos, es agua fluyente del devenir". También sostiene "el juego, como todos, es cuerpo de la cultura humana, un territorio simbólico y ordenado. Es un como si sometido a ritmos, prohibiciones, no un como si errático, caprichoso, fantasmal". Resulta muy interesante el siguiente párrafo: "...en consecuencia, por inercia mental, por desprolijidad taxonómica, o por no ajetrearnos en un molesto análisis lógico y etimológico, seguimos llamando juego a la poesía, a la danza, al teatro, al rito religioso, al atletismo olímpico de los griegos, al teatro cortés, a la instancia judicial, a la heurística de los sofistas, a las fiestas de los pueblos prealfabetos y de las comunidades aldeanas, al fútbol profesional, a la ensoñación, a la convivialidad y hasta el vive-como-quieras...".
Brougere7 sostiene que "...es necesario romper con el mito del juego natural. Desde su nacimiento, un niño se desarrolla en un contexto social y sus comportamientos están impregnados por esa inmersión inevitable... el juego presupone un aprendizaje social".
Mantilla8 , en una línea coincidente, agrega que "el juego, en tanto esquema sociocultural, es objeto de significación, de valoración, es objeto de interpretación y de control social; se legitima, se institucionaliza o degrada; se permite o impide de manera diversa en diversas sociedades, de ahí que el juego tenga una existencia histórica... habiendo dos discursos, el mayoritariamente psicológico o psicogenético, por el cual el juego es útil como diagnóstico, terapia o como método de aprendizaje temprano o rápido, y el discurso sociológico, que tiende a criticar el control social sobre la experiencia lúdica de los niños...". "El juego y el jugar aparecen naturalmente relacionados y de hecho, contenidos el uno en el otro...". Esta autora establece una doble distinción: juegos de reglas implícitas y de reglas explícitas. Los primeros están vinculados a aspectos de la vida de los sujetos, contienen códigos abiertos y son modelos de signos expresivos. Los de reglas explícitas se caracterizan por ser éstas objetivas, constituyen códigos cerrados con modelos de signos lógicos. Son expresión de convenciones específicas. No hay referencias concretas a la realidad que no sea la del mismo juego.
Elkonin9 (mencionado por Garaigordobil Landazabal) conceptualiza el juego "como una actividad en el que se reconstruyen sin fines utilitarios las relaciones sociales" "... por consiguiente el juego es de origen social y su nacimiento se relaciona con unas condiciones sociales muy concretas de la vida del niño en la sociedad y no la acción de energía instintiva innata o interna de ninguna clase".
Garaigordobil Landazabal10 afirma que "el origen del juego se encuentra entre la dialéctica de lo biológico y lo social". En lo relativo a la vinculación entre juego y trabajo menciona a Freud quien establece, a su vez, una relación entre el principio del placer y el principio de realidad, sosteniendo que "la capacidad lúdica se convierte en laboral..." entre otros aspectos cuando logra "...la transición del principio del placer al principio de realidad". También expresa que "el juego es siempre acción, reflexión e investigación experimental del mundo, por ello se puede afirmar que no hay diferencias entre jugar y aprender, porque cualquier juego que presente nuevas exigencias al niño es una oportunidad de aprendizaje...". "El juego es ante todo comunicación, es, en cierto modo, el antecedente de la palabra, la primera manera de nombrar la realidad por parte del niño, su primera construcción de la realidad, y por lo tanto, del mismo modo que el lenguaje, tiene gran influencia en la construcción de la realidad y del sí mismo". Esta última afirmación sería interesante confrontarla con algún lacaniano, por ejemplo, Colette Soler, para poder indagar qué es lo que hay previo al lenguaje.
Silva11 asevera: "...estoy convencida de que el objeto de estudio de los ludólogos es menos el juego mismo que lo que se dice de él. Estudiar el juego es, ante todo, estudiar aquello que en cierto lugar y en cierto momento es considerado como juego, en relación con otros fenómenos que también son considerados lúdicos. De hecho, el juego se halla inscrito en una red de asociaciones implícitas que permiten afirmar que el juego es esencialmente metafórico. Pero dicha metáfora está arraigada en condiciones concretas de uso que se trata de descifrar".
Creo que las afirmaciones de Silva deberían ser tomadas en cuenta por todos aquellos que están interesados seriamente en la problematización del tema juego.
La primera prevención que se debe hacer es que al no tener experiencias ni conocimiento teórico respecto a la observación, es seguro que en mucho de lo descripto, como así también en la selección de los hechos a observar, existe una gran impronta personal. No obstante, siguiendo el pensamiento de Schutz, la actitud frente a lo observado debería ser la de un forastero, aunque muy difícil en mi caso ya que los sujetos observados, como asimismo el lugar donde se desarrollan las acciones, forman parte de mi vida cotidiana.
Sin embargo, he notado una gran diferencia entre esta observación intencional y las continuas miradas rutinarias cotidianas -mirar sin ver-. Lo principal es que en las miradas rutinarias lo observado generaba opiniones provenientes desde el sentido común, que es sobre el que transitamos en nuestra vida cotidiana. Pero en esta oportunidad, a partir de la observación intencional, fueron surgiendo, por primera vez, interrogantes de distinto orden.
Lo primero que me pregunto es ¿qué es juego y qué es no-juego en este caso particular? Estuve tentado de hacer algunas preguntas a los actores sobre su opinión, pero no estaban dadas las condiciones y, además, no formaba parte de la consigna. ¿Cómo podrían llegar a considerar su propia actividad (juntarse en la esquina y hacer un partido de pelota), que vienen desarrollando durante años?
¿Cuándo comienzan, para los actores, estas acciones que hemos observado? Supongo que se pueden establecer algunas alternativas:
- Alternativa 1: considerando que se encuentran en período de vacaciones, es posible aventurar que todo ese período está incluido en una consideración lúdica.
- Alternativa 2: que comience cuando comienzan sus preparativos para salir de su casa.
- Alternativa 3: cuando salen de su casa.
- Alternativa 4: cuando se encuentran con sus amigos.
Respecto a cuál de todas las actividades observadas puede ser considerada juego, desde una mirada "conocedora", de la abundante bibliografía existente, es posible sostener distintas opiniones.
Desde una perspectiva ‘especializada', tradicional, de un profesor en Educación Física, seguramente juego sería solamente el partido. En el otro extremo -parafraseando a Calderón de la Barca "la vida es juego"- cada una de las actividades observadas puede ser considerada juego. Es posible, en esta dirección, que la etapa preparatoria (organización, formación de los equipos, etc.) forma parte del hecho lúdico, aunque no hubiera una actividad ‘propiamente motora'.
Hurgarse la nariz, en esa soledad previa al encuentro, puede ser considerado juego y seguramente puede haber abundantes argumentos para sostenerlo.
Desde mi perspectiva puedo afirmar que en la observación he visto, además de lo del párrafo anterior, "juegos" de cartas, "juegos" de palabras, "juegos" con pelota, "juegos" de seducción.
También me arriesgo a caracterizar como juego, con un criterio amplio, al momento en que Choco hace una zancadilla a Maxi y le dice algo sonriendo, logrando que este último se quede quieto sin responder la "agresión". Se puede interpretar que Choco le dijo: "estamos empatados, vos me desparramaste las cartas". Asimismo ¿por qué no considerar como juego las pullas a Maxi cuando se retira con su hermano? Todos saben que no es "maricón" pero eso forma parte de un juego verbal casi institucionalizado en las "barras de la esquina", los "muchachos del café", en las oficinas, etc.
Realmente, las preguntas que van surgiendo son suficientemente motivadoras para que, a quien le interese, lo orienten a realizar una auténtica investigación. No obstante no ser parte de mi tesis, el tema abre grandes posibilidades para el futuro. No se trata de ver qué sello, qué teoría, se aplica a cada hecho observado, sino estar abierto a descubrir y sorprenderse ante cada interrogante.
Luego de estas observaciones, teorizaciones y análisis, el interrogante del inicio, "¿qué es esa cosa llamada juego?", al menos para mí, se encuentra intacto.
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1 WILLIS, P. (1980) Notas sobre método, en Hall et al. (eds) "Culture, Media, Language", Hutchinson, London, pp. 105-121. (Traducción del original de Gabriela López).
2 GOLDMANN, L. (1970) Las ciencias humanas y la filosofía, Nueva Galatea, Buenos Aires.
3 BOURDIEU, P. (1999) El oficio de sociólogo. Siglo XXI editores, Mexico, pp. 38-39.
4 SUTTON-SMITH, B. (1997) The ambiguity of play. Harvard University Press, Cambridge. (Traducción de María Teresa Oltolina).
5 LINAZA, J. y MALDONADO, A. (1987) Los juegos y el deporte en el desarrollo psicológico del niño. Anthropos, Barcelona.
6 VIDART, D. (1999) El juego y la condición humana. Ediciones de la Banda Oriental, Montevideo.
7 BROUGERE, G. (1998) Jogo e educaçao. Artes médicas, Porto Alegre.
8 MANTILLA, L. (2000) "De juegos a juegos: los juegos y la experiencia del jugar", en Ramos J. y Martínez J. (coord.), Diversas miradas sobre el juego. Editorial Tierra Firme, México D.F., pp. 13-48.
9 ELKONIN, D.B. (1995) "Naturaleza y origen histórico social del juego de rol", en Garaigordobil Landazabal, M., Psicología para el desarrollo de la cooperación y la creatividad. Descleé de Brouwer, Bilbao.
10 GARAIGORDOBIL LANDAZABAL, M. (1995) Psicología para el desarrollo de la cooperación y de la creatividad. Descleé de Brouwer, Bilbao.
11 SILVA, H. (1999) "Paradigmas y niveles del juego", en Juego, educación y cultura. Escuela Nacional de Antropología e Historia, México.
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